Grijalbo, 1977. 340 páginas.
Tit. or. The use and abuse of history. Trad. Antonio Pérez-Ramos.
Recopilación de artículos de Moses I. Finley, helenista de prestigio que tuvo que marcharse de su país por culpa del macartismo y cuyas contribuciones a la historia han sido de importancia capital en muchos campos.
Aquí no tenemos un eje temático y lo mismo nos encontramos con artículos que nos hablan de una posible constitución ancestral ( o carta de leyes) entre los griegos o del Esparta, como otros que entran en cuestiones metodológicas como la influencia de los descubrimientos arqueológicos en la investigación histórica y la necesidad de realizar un análisis de los datos.
Es un poco más duro de leer que otros del autor porque los destinatarios de los artículos no son el público general sino otros historiadores, pero se puede leer sin problemas.
Muy bueno.
Lo que les faltaba era el interés: tal es el enorme abismo que se abre entre su civilización y la nuestra, entre su visión del pasado y la de la contemporaneidad. Por lo que toca a la evidencia literaria, se nos ocurre el ejemplo contrario. Tucídides y sus contemporáneos conocían el corpus íntegro de la poesía lírica y elegiaca, pero de ese material hicieron menos uso, y éste menos hábil, que el que verificamos nosotros, en el plano del análisis histórico, sobre los pocos fragmentos que nos han sido transmitidos. Otra vez vemos, pues, que ni la técnica ni la inteligencia son criterios útiles; sólo el cambio de interés explica la diferencia.
Existe cierta clase de interés en el pasado que es, de seguro, universal. Esta constatación, empero, es de parquísima ayuda, por más frecuente que sea su repetición en los libros de historia y en los tratados sobre cómo escribirla, cual si se tratase de un importante extremo que fuese menester señalar.23 En la medida en que no se trata únicamente de una tautología —el hombre por naturaleza tiene memoria, incluyendo la memoria de lo que le ha sido narrado por las generaciones más viejas y, por lo tanto, posee un «interés» en el pretérito—, tal afirmación no posee otro significado que no sea o falso o confuso. El interés, en el sentido de la curiosidad o del deseo por conocer, es, en el uso ordinario, un término de la psicología individual que describe un estado de mente o sentimiento el cual no basta como explicación de la conducta personal y que es del todo inútil cuando se extiende a la comunidad entera. El interés mismo ha de ser definido y justificado: ¿a qué parte del pasado se refiere y en qué extensión? Si el interés existe, ¿a qué propósito lo hace? ¿qué función ha de cumplir? Por ejemplo, el pasado ha sido estudiado de forma didáctica y moral, como una muestra de la esencia pecaminosa del hombre o como una guía para la futura acción política; el pasado ha desarrollado la función socio-psicológica de dotar a la comunidad de cohesión y cometido, de fortificar su tono moral y de apuntalar el patriotismo[…]
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