MOndadori, 2009. 224 páginas.
Tit. or. Jerusalém. Trad. Rita da Costa.
En el transcurso de una noche se cruzan las vidas de varios personajes relacionados en una asociación de amor y muerte con tintes trágicos. Un doctor que ha intentado encontrar la fórmula el horror, su exmujer que estuvo ingresada en un psiquiátrico y llama al amante que tuvo cuando estuvo allí. El hijo de ambos que desaparece en la noche y otra pareja que traerá la desgracia.
Lo mejor el lenguaje, desapegado de los personajes, de una frialdad clínica cargada de poesía. También algunas de las escenas, bastante duras. No me ha gustado el encaje de bolillos de la relación entre todos, algo artificiosa. Pero lo bien escrito que está compensa cualquier defecto.
Una lectura sabrosa. Otra reseña: Jerusalén
Muy recomendable.
—Estoy haciendo un estudio, recabando datos, compilando informaciones, intentando comparar cifras de varias fuentes.
Una vez más, Mylia le había preguntado a qué venía aquello, por qué volvía a rodearse de libros con fotografías del horror.
—Si te pasas el día mirando cadáveres te acostumbrarás a rendirte. Eres médico.
—¡Tonterías! —contestaba Theodor.
—Pero ¿por qué lo haces? —insistió Mylia en aquel momento.
—Para comprender —contestó Theodor— Todavía no he comprendido.
—Quería que de mi estudio resultara una gráfica, una sola gráfica que resumiese, que permitiera establecer una relación entre el horror y el tiempo. Comprender si el horror ha ido disminuyendo o aumentando a lo largo de los siglos. Si es estable. Fíjate que, si descubro que el horror posee cierta estabilidad histórica, que se mantiene en determinados valores —pongamos cada cinco siglos—, si logro encontrar una regularidad, estaré ante un hallazgo fundamental. Quiero llegar a una gráfica de lo que ha ocurrido hasta la fecha, desde que tenemos relatos históricos más o menos fidedignos, en los diversos campos de concentración o exterminio. No en las batallas, eso se aleja de mi objetivo. No quiero saber nada de los conflic-
tos entre ejércitos que, pudiendo ser más fuertes o más débiles, son fuerzas a las que hay que tener en cuenta, es decir, fuerzas que pueden causar bajas significativas en el otro bando. Lo que pretendo estudiar no es eso, en ese caso estaríamos hablando de lucha y no de horror. Solo quiero estudiar las si-l unciones en las que una parte no tenía la menor posibilidad o tan siquiera la voluntad— de causar bajas en la otra parte, y (ii las que la parte fuerte, sin justificación alguna —o por lo menos sin la gran justificación que es el miedo—, diezmó a la parte débil.
»Una vez obtenida la gráfica del horror repartido por el tiempo, podría empezar a pensar en algo más importante aún. l.i fórmula. Una fórmula numérica, objetiva (humana, podría incluso decirse), no animalesca, no sujeta a fluctuaciones de sentimientos m de ánimo, una fórmula puramente matemá-i i( a, puramente cuantitativa, serena, diría yo, una fórmula serena, consecuencia directa del estudio de la documentación que he venido recogiendo. Pero no busco tan solo la fórmu-l.i que resuma los efectos del horror, que resuma aquello que el horror ha hecho en el pasado. Pretendo alcanzar otra fórmula, una fórmula que permita prever, que permita actuar y H0 solo contemplar o lamentar. Pretendo llegar a la fórmula que resuma las causas de la maldad que existe sin el miedo, esa maldad terrible, casi inhumana porque carece de justificación. Y creo que es posible desarrollar esa fórmula. Soy médico, soy un hombre formado en la ciencia, en el suelo duro y compacto; no soy aficionado a los vuelos o saltos, sino a la Consulta, al estudio, a la comparación, a los pequeños cálculos sucesivos, a la progresión, al respeto por la lentitud, por el proceso, por los métodos, por el progreso. No se trata de descubrir un tesoro que nos espera guardado, no se trata de algo que hoy no tengo y mañana mismo puedo tener. No es un invento m un hallazgo, sino un estudio, un razonamiento, algo que me llevará años y años, quizá la vida entera, y acaso la vida entera no sea suficiente y alguien tenga que retomar mis cálculos en el punto exacto en que yo los deje, como debe hacer una investigación correcta.
2 comentarios
Hola Palimp, vale la pena leer El reino, que agrupa los cuatro libros negros de Tavares. Jerusalén es el tercer libro de la tetralogía. Saludos.
Irán cayendo ¡Gracias!