Incluye los siguientes relatos:
Desaparición de los jardines
La garra de la estatua
El dolor los vuelve ciegos
La mirada médica
El sanatorio de la intemperie
Una voz sin cuerpo
Naturaleza de los fieles
No tiene nariz ni ojos pero sí una boca
Que el mundo arranque tus ojos
Muerte de David Brodie
La desesperación de los siervos
Post scriptum
Relacionados, como no podía ser de otra manera, con el tema de la muerte. Eduardo tiene una manera de escribir muy particular, en ocasiones uno parece estar leyendo poesía, tanto por el cuidado en las frases como en la manera de organizarlas. Un canto hipnótico que encaja con el tema.
Pero no descuida las tramas, todos los cuentos se encargan de narrar una situación con su nudo y desenlace, perfecto esqueleto sobre el que colgar la vestimenta del lenguaje. Hay relatos muy conmovedores. Desaparición de los jardines con la primera muerte que es la de la memoria y la maldad invadiendo la vida como las malas hierbas. La garra de la estatua con ese deseo insatisfecho ¿o no? siempre presente. La tragedia de El dolor los vuelve ciegos esa muerte perpetua de los desaparecidos que no dejan poner un cierre al dolor.
Muy recomendable.
La perra desapareció:
no vimos su rastro ni la estela de sangre que, dijo la abuela, echó por el hocico en el último respiro. El hermano menor de nuestra madre se la llevó, ya muerta, y no supimos qué hizo con ella. Nos habría gustado enterrarla ahí mismo entre las sombras frutales
tener una certeza sobre el lugar donde había quedado su resto.
Dijeron que cerca del cuerpo había una rata de proporciones bíblicas, mordido el cuerpo, destrozado, y que era probable que la muerte estuviera dada por la afectación de algún veneno que pasó de la sangre del roedor a la sangre de la Dalila.
De ella recuerdo el olor mojado de los animales ambarina la mirada de la confianza la pereza mayor de los días de la canícula
la memoria de una incompleta felicidad.
A veces, cuando la abuela ya se pasaba los días sentada en el sillón cerca de la puerta del patio, donde alguna frescura llegaba de los árboles y la tierra recién regada, yo percibía en ella un vistazo hacia la sombra rayada de las palmas buscando a la perra como si no recordara que habían pasado décadas desde que murió.
Por eso creo que a veces fingía reconocerme: yo llegaba diciendo:
¿Cómo estás, abuela?;
más por costumbre que por un intento de identificación, y ella sabía ya que yo era uno de los nietos,
quizá en ese momento descubría que terna nietos, y me miraba con un disimulo descuidado para tratar de encontrarme una semejanza un origen un parentesco que pudiera remitirle a mi nombre
que no lograba encontrar entonces me decía:
Querido, ¿cómo estás, por qué no has venido a verme?; pero yo había estado ahí el día anterior, y la abuela ya no lo recordaba.
El tiempo, las edades, le robaron el orden de la memoria: no es que hubiera olvidado las cosas de su pasado, no era una blancura lo que le surcaba los pensamientos, más bien creo que se le había desordenado el mundo y que deambulaba en una especie de marisma temporal donde todo lo vivido sucedía simultáneamente:
Hoy me llamaron de la licorería, dicen que el balance de las cuentas no les sale y que la muchacha que acaban de contratar no hace nada bien, quieren que vuelva, dicen que me jubilé muy pronto, pero yo no puedo porque acaba de nacer tu madre y es muy difícil cuidar a cuatro hijos cuando a una la deja el marido y la madre se le ha muerto; mira cómo me tienen los zancudos, no ha parado de llover; ayer mi padre me dijo que nos llevará a Yucatán, pero yo creo que no vamos a ir porque ya se murió;
¿Quién se murió, abuela?;
La perra, hijo, se comió una rata envenenada y se murió de tristeza porque tu tío se fue a Tijuana y yo me quedé sola; yo también ya me voy a morir, pero el viaje a Yucatán fue muy bonito, hubieras visto el cielo, ¿te acuerdas?
2 comentarios
Hola Juan Pablo, después de haber leído este estupendo libro de relatos que comentas, Primera silva de sombra y Anatomía de memoria, Eduardo Ruiz Sosa es uno de mis escritores favoritos.
Sin duda es un escritor a tener en cuenta. Sólo he leído éste, pero caerán más.