DeBols!llo, 2009. 420 páginas.
Tit. Or. Consider the lobster. Trad. Javier Calvo.
Tanto oír de David Foster Wallace que tenía que leerlo. El libro que reseño ahora no es el primero pero dado el desorden de mi pila de reseñas se ha puesto primero. Una recopilación de los siguientes artículos:
Gran hijo rojo
Ciertamente el final de alguna cosa, o por lo menos eso es lo que a uno le da por pensar
Algunos comentarios sobre lo gracioso que es Kafka, de los cuales probablemente no he quitado bastante
La autoridad y el uso del inglés americano
La vista desde la casa de la señora Thompson
Cómo Tracy Austin me rompió el corazón
Arriba, Simba
Hablemos de langostas
El Dostoievski de Joseph Frank
Presentador
No soy amigo de estas recopilaciones, y en esta ocasión tampoco. Eso me pasa por comprar sin mirar. Algunos de los artículos son muy locales; Arriba, Simba trata de la candidatura de McCain, y Presentador de un equivalente de Losantos en los USA. Algunos, sin embargo, están muy bien. El autor es muy inteligente, quizás demasiado (algunos de los grandes escritores tienen mucho talento e intuición, pero son sorprendentemente obtusos para algunas cosas, no es el caso).
Vamos, que no me arrepiento de haberlo leído, pero hubiera preferido una obra de ficción.
Calificación: Bueno.
Un día, un libro (69/365)
Extractos:
Hagamos aquí una pausa de un segundo para un rápido Anuncio al Público de Kolling Stone. Suponiendo que sean ustedes Votantes Jóvenes en términos demográficos, de nuevo vale la pena tomarse un momento para considerar las implicaciones del último par de cosas que han dicho los técnicos. Si están ustedes aburridos y asqueados de la política y no se molestan en votar, están en la práctica votando a los establishments afianzados de los dos grandes partidos, que les aseguro que no son tontos, y que se dan perfecta cuenta de que les interesa mantenerlos a ustedes asqueados y aburridos y cínicos y darles cualquier razón psicológica posible para quedarse en casa fumando marihuana y viendo la MTV el día de las primarias. Y por supuesto, quédense en casa si quieren, pero no se engañen pensando que no están votando. En realidad, el no votar no existe: uno vota o bien yendo a votar, o bien quedándose en casa y multiplicando tácitamente por dos el valor de un voto del ala dura.
Dostoievski es un titán de la literatura, y en cierta forma eso puede ser el beso de la muerte, ya que se vuelve fácil verlo como a uno más entre los autores canónicos en tonos sepia, apaciblemente muertos. Sus obras, y la alta colina de crítica que han inspirado, son todas adquisiciones de rigor para las librerías universitarias… y allí los libros suelen quedarse, volverse amarillentos y coger ese olor que cogen los libros muy antiguos de las bibliotecas mientras esperan a que alguien tenga que hacer un ejercicio de final de trimestre. Yo creo que Dahlberg casi tiene razón. Convertir a alguien en icono es convertirlo en una abstracción, y las abstracciones son incapaces de tener comunicación vital con la gente viva.10
Parte de la explicación de la pobreza temática de nuestra literatura incluye de forma obvia nuestro siglo y nuestra situación. Los viejos modernistas, entre otros logros, elevaron la estética al nivel de la ética —tal vez incluso de la metafísica— y todas las Novelas Serias después de Joyce suelen ser valoradas y estudiadas principalmente por su grado de innovación formal. Tal es el legado modernista que ahora damos por sentado como algo básico: el que la literatura «seria» ha de estar distanciada de la vida real. Añadan el requerimiento de conciencia textual de uno mismo impuesto por el posmodernismo29 y la teoría literaria, y probablemente sea justo decir que Dostoievski y compañía estaban libres de ciertas expectativas culturales que restringen gravemente la capacidad de nuestros novelistas para ser «serios».
Pero es igualmente justo observar, con Frank, que Dostoievski también operaba bajo sus propias restricciones culturales: un gobierno represor, la censura del Estado y sobre todo la popularidad del pensamiento europeo post-ilustrado, una gran parte del cual iba directamente en contra de creencias que él tenía en alta consideración y sobre las cuales quería escribir. Para mí, lo más sorprendente e inspirador de Dostoievski no es solo que fuera un genio, sino que también fuera valiente. Nunca dejó de preocuparse por su reputación literaria, pero tampoco dejó de promulgar cosas que no estaban de moda y en las que él creía. Y no lo hizo dejando al margen (lo que ahora se diría «trascendiendo» o «subvirtiendo») las circunstancias culturales hostiles en las que estaba escribiendo, sino afrontándolas y luchando con ellas, de forma específica y llamándolas por su nombre.
4 comentarios
EStoy leyendo La niña del pelo raro y me está gustando muchísimo. Tomo nota de este
Te recomiendo más ‘Entervistas con hombres repulsivos’
Y de los hombres repulsivos hicieron una película que creo que no ha llegado a España y una obra de teatro que se está representando ahora.
Saludos
Se agradece la información. Siendo como es colección de relatos, hay algunos que pueden dar bastante juego.