Suma de Letras, 2004. 540 páginas.
Presciencia
MarÃas causa división de opiniones. Para algunos es de los mejores escritores de la literatura actual, mientras que otros opinan que es un juntaletras con dudosas construcciones. Alguna vez he comentado por aquà que yo estoy a medio camino. Creo que su estilo está sobrevalorado, aunque dista de ser nefasto. Lo que sà valoro es su capacidad para construir historias originales e interesantes.
En este caso el protagonista, Deza, tiene un don. Tiene un buen olfato para juzgar a las personas. Su intuición le indica si alguien es o no de confianza, si miente, sus debilidades, etcétera. Una agencia se dedica a explotar sus habilidades, en teorÃa para el gobierno británico.
Dos defectos le he visto a este primer volumen. El primero, que no me resulta muy creÃble la habilidad del protagonista. La primera vez que lo ponen a prueba me resultó una puesta en escena bastante falsa, aunque las siguientes me parecieron más consistentes.
El segundo es su estilo, más de lo mismo de otras obras suyas, quizás más recargado que de costumbre. Seguramente habrá quien lo aprecie, pero yo no: hubiera agradecido menos reflexiones encadenadas. Hay ocasiones en que para una situación que se podrÃa explicar en dos páginas el autor ocupa 50. Eso es la literatura, claro, pero si no te termina de convencer el estilo se te hace largo.
Cosas curiosas, según se afirma en el extracto siguiente Andreu Nin aparece en una novela de James Bond:
Y allà estaba Nin en la novela de Fleming, bastante al principio, no tardé en encontrarlo, Wheeler habÃa marcado el párrafo como habÃa hecho con otros en el Doble Diario y en los demás libros, un lector minucioso y atento a la vez que impulsivo, escribÃa en los márgenes interjecciones burlescas, o notas despreciativas hacia el autor (no pasaba un razonamiento falso, ni la mentira, ni la ignorancia, ni la tonterÃa: ÃSilly\ o Toolish’, dictaminaba parco y contundente a veces), o también entusiastas según los casos, y llamadas meramente rememorativas, y signos de admiración o de interrogación cuando no daba crédito a algo o lo juzgaba ininteligible[…]
Una justificación del don del protagonista:
apenas tarda unos segundos y sin poder remediarlo, aunque sea rudimentario y adopte la forma menos elaborada de todas, que es el gusto o el desagrado (los cuales sin embargo ya son juicios o su anticipación posible, lo que suele antecederlos, aunque mucha gente no dé nunca el paso ni cruce la raya, y asà nunca salga de sus simples e inexplicables atracción o rechazo: para ellos inexplicables, al jamás dar ese paso y detenerse en lo epidérmico siempre). Y uno se sorprende diciéndose, casi sin querer, a solas ante la pantalla: ‘Me cae bien’, ‘A este tÃo no lo aguanto’, ‘Me la comerÃa a besos’, ‘Me cae como un tiro’, ‘A ese lo que me pidiera’, ‘La abofetearÃa por esa cara’, ‘Un engreÃdo’, ‘Está mintiendo’, ‘Su compasión es falsa’, ‘Qué mal le va a ir en la vida’, ‘Menudo capullo’, ‘Es un ángel’, ‘Es un creÃdo, un soberbio’, ‘No soporto a estos dos cursis’, ‘Pobre, pobre’, ‘Lo fusilarÃa sin pestañear, en el acto’, ‘Me da lástima’, ‘Me revienta’, ‘Finge’, ‘Qué ingenuidad’, ‘Vaya jeta’, ‘Qué mujer inteligente’, ‘Qué asco me da’, ‘Me hace gracia’. El registro es infinito, cabe todo. Y el veredicto instantáneo es certero, o asà se siente cuando llega (en el segundo instante ya no tanto). Se tiene una convicción, sin pasar por un solo argumento. Sin que razón alguna la sostenga.
Y una justificación de lo que me parece el fallo principal de lo que vertebra la trama. No creo que nadie pueda deducir el comportamiento de nadie con un vistazo, porque no somos de una pieza:
También podÃa saberse de antemano quién serÃa capaz de matar a sangre frÃa y quién de dejarse matar si se hacÃa preciso o se le ordenaba, aunque esto último es siempre lo más difÃcil de asegurar en todos; quién se echarÃa atrás y quién darÃa cualquier paso adelante, hasta el más demente; quién delatarÃa, quién respaldarÃa, quién enmudecerÃa, quién se enamorarÃa, quién envidiarÃa o sentirÃa celos, quién nos abandonarÃa a la intemperie o nos cubrirÃa siempre. Quién podrÃa vendernos; y quién caro y quién barato. Puede que las personas que hablaban rara vez contaran nada muy grave ni interesante, pero acababan por decirlo casi todo sobre ellas mismas, hasta cuando fingÃan. Eso fue lo que comprobaron. Eso es lo que sigue ocurriendo hoy en dÃa, y es eso lo que sabemos.’
‘Pero las personas no son de una pieza’, dije yo. ‘Dependen de las circunstancias, de lo que les toque, y además van cambiando, se estropean
o mejoran o se confirman. Mi padre suele decir que, de no haber habido una guerra como la que tuvimos, la mayorÃa de los individuos que cometieron vilezas durante su transcurso, o a su conclusión y más tarde, habrÃan tenido seguramente una vida decorosa, o al menos sin grandes manchas; y nunca habrÃan averiguado de lo que eran capaces, para su suerte y la de sus vÃctimas. Mi padre fue una de éstas, usted lo sabe.’
‘SÃ, las personas no son de una pieza, Jaco-bo, y tu padre está en lo cierto. Y nadie es para siempre asà o de esta manera, quién no ha visto asomar de pronto en alguien querido un alarmante e inesperado rasgo (y entonces se le hunde a uno el mundo); siempre hay que estar alerta y nunca dar por definitivo nada; o no todo, mejor dicho, porque algunas cosas sà son sin vuelta. Y sin embargo, sin embargo: también es cierto que desde el principio vemos, en otros y en nosotros mismos, mucho más de lo que nos reconocemos. Ya te he dicho que el mayor problema es que no solemos querer ver, no nos atrevemos. Casi nadie se atreve a mirar de veras, y menos aún a confesarse o contarse lo que ve de veras, porque a menudo no es grato lo que se contempla o vislumbra con esa mirada que no se engaña, con la más profunda que no se conforma nunca con atravesar todas las capas, sino que después de la última todavÃa insiste.
Pero vamos, que ya me estoy leyendo el segundo, en el que voy por la página 100 y todavÃa no ha pasado prácticamente nada 🙂
Calificación: Regular.
Un dÃa, un libro (68/365)
7 comentarios
Javier MarÃas, ¡qué sopor!
XD
Fue mi primer MarÃas, y en ese momento empezó mi admiración.
Un abrazo
Compré los tres (en papel) el otro dÃa, después de unas pocas páginas creo que estos no van a ser libros para mi.
División de opiniones en los comentarios ¡bien!
TendrÃa que releerlo, pero creo que ‘Negra espalda del tiempo’ estba bastante bien en historia y estilo.
Y añado Todas las almas, defnitivamente MarÃas te exaspera y hace que le adores, no admite término medio.
Bueno, yo que soy una persona equilibrada a veces me gusta y otras no tanto. Esta la puse bien:
http://lepisma.liblit.com/2005/12/26/javier-marias-el-siglo/
Auténtico ladrillo. Tres libros que son un soberbio monumento al ego de su autor, cursi y pedante ad nauseam.