EL autor ha sido uno de los científicos que ha participado en la apasionante aventura de descifrar partes del genoma Neardental, colaborando con el equipo de Svante Pääbo y con muestras del yacimiento de el Sidrón.
No digo que los libros de divulgación al uso, que se limitan a explicar las teorías científicas vigentes en un lenguaje claro para los no inicidados no sean necesarios. Pero los que están contados en primera persona, que nos explican los descubrimientos que ellos mismos han realizado o en los que han estado presentes, tienen un plus.
Por mi parte me ha encantado leer como poco a poco se fueron desentrañando los misterios del ADN Neanderthal, las implicaciones que han tenido, los nuevos modelos de evolución de poblaciones y el impacto del descubrimiento de los denisovanos.
Fascinante.
En la primavera de 2007 y en apenas unas jornadas de trabajo en el laboratorio, Hannes, Ludovic y yo, bajo la batuta de Svante, habíamos dinamitado uno de los prejuicios más extendidos sobre la naturaleza de los neandertales: el de su presunta inferioridad en capacidades comunicativas. Al menos en aspectos cognitivos relacionados con el lenguaje, yo creo que no debían de ser muy distintos de nosotros. El artículo del FOXP2 salió publicado el 18 de octubre de 2007 (una semana antes del artículo del MCIR) en la revista norteamericana Current Biology, y levantó un revuelo mediático que se extendió como una ola por miles de periódicos y de blogs de internet y que perduró varios meses. De hecho, nuestro estudio sigue presente en muchos debates evolutivos, en parte porque el lenguaje es uno de los reductos que los defensores de la exclusividad cognitiva humana, entre los que se incluyen muchos psicólogos evolutivos y no pocos lingüistas, se niegan a abandonar. Para ellos, debe de ser terrible pensar que unos seres como los neandertales pudieran hablar. Probablemente recuerdan el inicio del evangelio de Juan, cuando dice que «en el principio fue el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios», y desearían que ese principio divino estuviera únicamente en nuestra especie.
Al volver de la cueva durante la visita de 2007, ya de noche, levanto los ojos y miro el cielo estrellado. Las mismas estrellas, la misma luna que los neandertales contemplaron cuando estaban vivos. De hecho, la luz de las estrellas que vemos hoy tiene miles y miles de años de antigüedad; pienso que la astronomía es otro tipo desestudio del pasado. Estoy convencido de que ellos, como yo, podían comunicarse, y si podían comunicarse debían de tener conciencia de la inmensidad del universo, del paso del tiempo y de la fragilidad de la existencia humana. Debían de preguntarse, también como yo, ¿cuántas lunas llenas más?, ¿cuántas primaveras? ¿Cuánto me queda?
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