Rayo verde, 2013.
Tit. or. The unfortunates. Trad. Marcelo Cohen.
La muerte de su amigo Tony, de cáncer, lleva al autor a una amalgama de recuerdos, fragmentos cotidianos, reflexiones sobre la muerte, que se reordenan dependiendo del azar en que se lean los 27 cuadernillos de que se compone el libro.
Vaya por delante que el libro me ha gustado mucho. Johnson se declaraba admirador de Beckett y Joyce y, si bien es cierto que no es tan buen escritor como ellos, se acerca mucho. Por otro lado la idea de la fragmentación en cuadernos es original -y quizás es lo que más fama le ha dado. Que el tema sea la muerte le da una profundidad al texto que, en algunos momentos, es estremecedor. Si tenemos en cuenta que el autor estaba en contra de las invenciones y afirmaba que un escritor de lo único que puede escribir es de su propia vida entendemos que su dolor es real y no impostado.
Pero aunque me haya gustado la propuesta también la veo más provocadora que efectiva. Porque al fin y al cabo el texto lo vamos a leer en un orden y aunque mi orden sea diferente del de otro lector y el como voy entrando en la historia difiera al final acabamos poniendo las cosas en orden y todos llegamos al mismo sitio. Si todas las combinaciones valen lo mismo no pasa nada por coger una y fijarla.
Muy bueno.
Sí, pero de no haber sido por la enfermedad, la muerte, creo que lo más probable es que nos hubiéramos ido alejando, él se habría vuelto cada vez más académico, yo en el valor de la crítica académica habría creído cada vez menos, tal vez en un ataque de furia le llegara a decir ¡Que los muertos se cuiden de los muertos! De todos modos no importa, ya, cuán-
tas cosas se vuelven irrelevantes con su muerte.
June telefoneó el sábado, ¿no?, o el jueves, no, muy de noche, nosotros ya habíamos quedado que iríamos, aunque qué falta hacía quedar, teniendo en cuenta que no era necesario que bajáramos, el domingo, porque él había muerto esa tarde, después de dormirse la noche anterior no había recuperado la consciencia, pero antes de eso había tenido lo contrario de una recaída, tres días con la mente casi normal, cosa que ella agradecía, June, le había parecido un milagro, aunque no pudiera moverse, había vuelto a la lucidez y habían hablado seriamente de todo, por primera vez habían hablado de la muerte.
No hay comentarios