Ramon Chao. Un tren de hielo y fuego.

enero 27, 2023

Ramon Chao, Un tren de hielo y fuego
Cybermonde, 1994. 170 páginas.

A raíz de la gira del grupo Mano Negra por latinoamérica y descubriendo unas vías abandonadas se les ocurrió la idea genial de montar un tren para recorrer Colombia. Como explica el autor en el prólogo:

Años antes, durante la gira de este grupo por América Latina (en la operación «Cargo 92»), Manu había observado que no había ferrocarriles en Colombia. Quedaban, eso sí, raíles cubiertos de hierba y musgo y estaciones desiertas, pero los omnipotentes trusts de compañías de aviones y de camioneros habían ido suprimiendo el democrático transporte ferroviario. Manu, que es muy tozudo, se empeñó en rehabilitar este medio de transporte, tan necesario para el tejido social y geográfico de cualquier país. Un tren que iría desde Bogotá a Santa Marta, ida y vuelta, parándose en unas diez estaciones y dando conciertos de rock, representaciones de circo, teatrales, y con una exposición de esculturas heladas.

La idea era arriesgada pero muy atractiva. Un tren de hielo (con una máquina para crear bloques de hielo gigantes, como en la novela CIen años de soledad) y fuego, con un dragón mecánico que lanzaría llamaradas. Unos tatuadores, trapecistas, y dos grupos de música que ofrecerían actuaciones gratis y en directo en pueblos donde no llegaba ninguna oferta cultural.

El tren iba a una velocidad máxima de 15 km/h, descarrilaba con frecuencia, pasaron hambre, picaduras de mosquitos, deserciones (el grupo Mano negra se disolvió aquí), malos rollos y estuvieron a punto de abandonar a la mitad. Pero finalmente la cosas tiraron adelante y cerraron una gira imposible pero muy gratificante. El libro es un diario de todo ese recorrido.

Se han escrito artículos sobre el tema: El expreso del hielo y aquí hay unas pocas fotografías: Tren del hielo y gracias a este libro he conocido partes de la historia de Colombia, como la Tragedia de Armero.

Muy bueno.

VIERNES 19 DE NOVIEMBRE.TODO RECHINA

El ambiente se deteriora. Los síntomas son muy evidentes como para no tomarlo en serio. Se le pide a un técnico que abandone el tren por mala fe y por ser una manzana de la discordia: siempre está en la playa mientras los otros trabajan. ¿Bajan los ánimos del grupo? Es posible: la inquietud natural antes de levantar un telón tan grande, y sobre todo, estar aún martillando sobre el decorado cuando suenan los tres timbres que llaman a escena. Esto pone nervioso a cualquiera.

Hace una semana, estos jóvenes aún no se conocían. Muchos de ellos trabajaban sin tener una idea precisa de lo que era la feria, y sin saber exactamente qué tipo de espectáculo estaban montando. Se pusieron a trabajar sin que nadie les indicara su lugar, cada uno apropiándose de un área, sin pensar en que eso podría usurpar la de su compañero, no menos imprecisa que la suya. Pese a todo, no es posible entender los comportamientos aberrantes que se dan a diario: se esconden las herramientas, se ha llegado incluso a sabotear el trabajo.

Parece que el problema remonta a la construcción del tren en Elorzo, e incluso a la gira de la Royal de Luxe por América Latina. Es posible, el cronista no estaba allí. Ahora, el cronista se entera de que el grupo no se soporta, y esto le extraña, pues en el plano individual, él los encuentra a todos perfectos. Le es difícil saber quién trabaja y quién no. Para él, todos meten las manos en el asador.

Los problemas son múltiples. Roberto el dragón ha sufrido danos durante el viaje. Hay que encontrar aluminio para la infernal máquina de relámpagos de Jean-Marc, arreglar el pago de las bombonas de gas con algún trueque, crear un compresor para el vagón del fuego y, como si esto fuera poco, vigilar a los militares, los cuales están ahí para protegernos y sorprendimos robando nuestros ventiladores.

Esta mañana el montaje continuó a buena marcha. Apareció el museo del hielo, las estructuras de los trapecistas.Todo el mundo estaba en pie a las seis de la mañana, pues a partir de las once es difícil trabajar bajo el sol. Con el escenario montado, los «flight-cases» de Mano Negra hacen su aparición, discretos en sus bancos.

A mediodía, todo el equipo está en Platania, un pequeño restaurante sombreado con un menú de 1.300 pesos (250 pesetas). Por la tarde,Tom, el teclista de la Mano, pintará una esplendorosa jovencita para decorar el salón-Tatuaje.

Las preguntas son las mismas que las de antes de la salida. ¿Cuál es el espectáculo? ¿Qué es una feria? ¿Dónde está el famoso cubo de hielo de 15 toneladas que tanto han anunciado? ¡Nadie sabe nada!

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