Wunderkammer, 2021. 364 páginas. Recopilación de los libros Misales, Camino de las pedrerías, Luminile y Rosa mística que en su momento se publicarían separados pero que leídos todos juntos no sólo es que compartan un universo común, es que los textos se podrían intercambiar de un libro a otro y nadie lo notaría. Una prosa poética alucinada, donde las cosas son metáforas y realidades de sí mismas, donde el erotismo se respira en cada página pero también el abuso, el miedo, la oscuridad del deseo, el abandono, y una larga cadena de imágenes que, en muchas ocasiones, te deja con la cabeza temblando. La lectura ha tenido sus más y sus menos. Páginas perfectamente olvidables e incluso soporíferas (en mi humilde opinión, por supuesto) al lado de verdaderas joyas para enmarcar. Ha sido una sensación extraña, una caricia seguida de una bofetada, como las historias truculentas que se cuentan en estas páginas. Desde luego no te deja indiferente ni por continente ni por contenido, merece la pena el esfuerzo de perderse en este laberinto que no tiene salida. Muy bueno. Insectos en la Misa Es a la siesta. Y en el comedor en penumbras no hay nadie. Y si estuviese…
Wunderkammer, 2019. 158 páginas. Si el término flâneur hace referencia al paseante, normalmente artista, que deambula por la ciudad observando el mundo que le rodea, este libro es un homenaje a las flâneuses, mujeres que reivindicaron ese espacio reservado a los hombres. A riesgo de hacer espoiler me gusta lo que aparece al final del libro: Las fláneuses son aquellas mujeres que pensaron la ciudad y pensaron el espacio que habitaban, son las mujeres que reclamaron su espacio, que lo construyeron a pesar de las limitaciones, son las mujeres que transgredieron los límites geográficos, morales, sociales y económicos para construir un nuevo escenario del que formar parte. De ahí que la escritura sea indisociable del caminar a la hora de definir las fláneuses, porque estas ocuparon el espacio construyendo un nuevo relato, subiendo a la tribuna y tomando la palabra. Mujeres que pasaron de ser observadas a observar, de ser narradas a narrar. Que controlaron su propio relato escapando de las etiquetas de una sociedad que las encajonaba en unos compartimentos estancos de los que no se podía salir. Mujer del hogar, mujer fatal, prostituta… hasta el punto que sólo disfrazándose de hombres muchas consiguieron conquistar ese espacio. Recomendable. La…