Las revelaciones de wikileaks han provocado un terremoto político y una avalancha de reacciones sin precedentes. Ha sido el tema central de todos los medios de comunicación. Pero entre toda la inmensidad de documentos hay algunos que han pasado desapercibidos. Para mí la historia comienza hace casi veinte años. Entonces yo estudiaba en Donostia y mis escasos recursos económicos unidos a mi voracidad lectora me hacían frecuentar la biblioteca de la ciudad. Era uno de sus mejores usuarios y todas las semanas me llevaba en préstamo bastantes libros. Un día, al ir al mostrador, me dijeron que unas personas del ministerio de cultura querían hablar conmigo. Extrañado pasé a un pequeño cuarto en el que estaban dos señores de unos cuarenta años, vestidos de traje y corbata, que me invitaron amablemente a sentarme. Me explicaron que las encuestas sobre hábitos de lectura en España eran descorazonadoras. Que la gente no leía, y que estábamos muy por debajo de la media de Europa. Hacía mucho tiempo que una comisión dedicaba todos ss esfuerzos a intentar que aumentara el hábito lector, pero con poco éxito. Y había llegado el momento de tomar otro tipo de medidas. Ellos se dedicaban a buscar gente…