Cybermonde, 1994. 170 páginas. A raíz de la gira del grupo Mano Negra por latinoamérica y descubriendo unas vías abandonadas se les ocurrió la idea genial de montar un tren para recorrer Colombia. Como explica el autor en el prólogo: Años antes, durante la gira de este grupo por América Latina (en la operación «Cargo 92»), Manu había observado que no había ferrocarriles en Colombia. Quedaban, eso sí, raíles cubiertos de hierba y musgo y estaciones desiertas, pero los omnipotentes trusts de compañías de aviones y de camioneros habían ido suprimiendo el democrático transporte ferroviario. Manu, que es muy tozudo, se empeñó en rehabilitar este medio de transporte, tan necesario para el tejido social y geográfico de cualquier país. Un tren que iría desde Bogotá a Santa Marta, ida y vuelta, parándose en unas diez estaciones y dando conciertos de rock, representaciones de circo, teatrales, y con una exposición de esculturas heladas. La idea era arriesgada pero muy atractiva. Un tren de hielo (con una máquina para crear bloques de hielo gigantes, como en la novela CIen años de soledad) y fuego, con un dragón mecánico que lanzaría llamaradas. Unos tatuadores, trapecistas, y dos grupos de música que ofrecerían actuaciones…