Planeta, 2021. 180 páginas. Crónicas periodísticas que podrían pasar por relatos sin ningún cambio. Retrato de situaciones al margen escritas con una prosa barroca que nada tiene que envidiar a Lezama Lima, aunque las imágenes que maneja se muevan en diferentes coordenadas. Las saunas, las peluquerías de barrio, los incendios de discotecas, los marginados, todos se dan cita en estos textos que levantan acta de una realidad que existe aunque no se quiera ver. Afirma Monsivais en el prólogo que Lemebel camina en el filo entre lo excesivo y la prosa poética. No creo que el autor las escribiera con eso en mente, más bien parece una manera natural de escribir, aunque esté recargada de artificios, metáforas, imágenes arriesgadas y densidad, una densidad de humo, sudor de discoteca, pegajosa como los fluidos corporales. Una escritura libre y arriesgada con frases luminosas y afiladas que nos van pegando picotazos y arañando la piel. Para degustar poco a poso. Muy bueno. Que la música y las luces nunca se apaguen, que no lleguen los pacos pidiendo documentos, que nada ocurra esta noche mágica que parece año nuevo. Que siga el dancing y las piscólas locas corriéndose mano en el rincón. Por eso…
Anagrama, 2001. 194 páginas. La loca del frente presta piso, cobijo y cariño a Carlos, un joven que en el Chile de Pinochet tiene reuniones clandestinas, necesita almacenar material comprometido y la loca se deja hacer, enamorada del mozo, revolucionario pero tremendamente atractivo. La unión del activista político con el homosexual enamorado puede traernos a la cabeza El beso de la mujer araña pero la historia no sólo va más allá en profundidad emotiva y escenas memorables, también en un lenguaje libérrimo admirablemente manejado por el autor. Uno se cree dentro de la cabeza de esa loca enamorada que se bebe la vida a tragos, que cree que todos tenemos veinte años en el corazón y que sin tener un pelo de tonta sabe hacérselo cuando le conviene. Me ha parecido magnífico, tierno, brillante, un río bravo de agua fresca. Muy recomendable. Está de chuparse los bigotes, y espero que me alcance para todos los chiquillos de la cuadra que se me ocurrió invitar. Porque de seguro vendrán todos, como les dije a las mamas que no tenían que traer regalo. ¿Y puede ir la Carolina Jeannete? ¿Y puedo mandar al Pablito Felipe?, que nunca ha ido a un cumpleaños….