Valdemar, 1997. 208 páginas. No empiezo con buen pie con este autor, del que he leído con gusto algún cuento en antologías, pero que con esta novela se me ha atragantado. El protagonista vive prácticamente recluído en su casa con su madre enferma de cáncer y un amigo/amante que les cuida. Paranoico, obsesionado con una supuesta tenia que tiene en su interior, con la gordura, con sus sospechas de que su cuidador quiere asesinarlo, se consume día a día en su propio jugo. El ambiente es opresivo -aunque no tanto como para espantar a los lectores complacientes, como se afirma en la contraportada-, pero se me hizo largo pese a tener pocas páginas. No sé si la situación da para tanto, y algunas de las revelaciones del final se ven venir. Calificación: Se deja leer. Un día, un libro (326/365) Extracto: Vuelvo a purgarme. Hoy me toca hacerlo: mi papilla de pulpa de frutas tropicales, dulce de sabor, amarga de consecuencias para los dos. Incluyo a la Tenia. Antes de dejar correr el agua, observo, como es habitual, mis heces con la lupa. Con esmero y sin asco busco los indicios necesarios: un mínimo movimiento, una forma sospechosa, una textura…