Norberto Luis Romero. Signos de descomposición.

julio 24, 2012

Norberto Luis Romero, Signos de descomposición
Valdemar, 1997. 208 páginas.

No empiezo con buen pie con este autor, del que he leído con gusto algún cuento en antologías, pero que con esta novela se me ha atragantado.

El protagonista vive prácticamente recluído en su casa con su madre enferma de cáncer y un amigo/amante que les cuida. Paranoico, obsesionado con una supuesta tenia que tiene en su interior, con la gordura, con sus sospechas de que su cuidador quiere asesinarlo, se consume día a día en su propio jugo.

El ambiente es opresivo -aunque no tanto como para espantar a los lectores complacientes, como se afirma en la contraportada-, pero se me hizo largo pese a tener pocas páginas. No sé si la situación da para tanto, y algunas de las revelaciones del final se ven venir.

Calificación: Se deja leer.

Un día, un libro (326/365)

Extracto:
Vuelvo a purgarme. Hoy me toca hacerlo: mi papilla de pulpa de frutas tropicales, dulce de sabor, amarga de consecuencias para los dos. Incluyo a la Tenia.
Antes de dejar correr el agua, observo, como es habitual, mis heces con la lupa. Con esmero y sin asco busco los indicios necesarios: un mínimo movimiento, una forma sospechosa, una textura inusual, una tonalidad diferente en el tedioso tono pardusco.
De rodillas sobre el suelo frío, enfrentado al inodoro, como rezando una plegaria a un Dios sordo perdido entre la mierda, invoco y suplico dar con ella, para corroborar su sino y el motivo de mis males y dolencias. A ella está subordinada mi vida, mi continuidad en este mundo.
Del muchacho depende mi salvación.
A simple vista, la Tenia es como un hilo blanco.
No veo nada anormal, distinto, nada que se manifieste, ningún signo de vida aparente. Prefiero ser precavido y esperar, no sustraer la mirada de esta materia ocre que se aloja en el fondo de la loza blanca.
No hay nada que indique la presencia de una energía vital. Todo permanece impasible como la muerte.
Pálido y demacrado por el esfuerzo, recurro una vez más a los polvos de mamá, para disimular mi rostro desencajado y no preocuparla.
Buscar la Tenia es como buscar a Dios: un trabajo en vano y dificultoso, hecho a ciegas entre la podredumbre y el hedor, sin pistas a seguir, sin orden ni concierto. Y hallarlo es como vislumbrar una perla en la mierda, en el instante mismo que precede a expirar ahogado en ella. Ver su brillo relucir como un relámpago inasible, es dar con la Tenia Saginata; con las huellas necesarias para celebrar que aún estoy vivo, que respiro y me muevo, que mi corazón palpita, que mi sangre —la que he negado a todos— circula y nos mantiene vivos a ella y a mí.

2 comentarios

  • Norberto luis Romero julio 24, 2012en1:39 pm

    Le agradezco la reseña (al fin y al cabo es un libro de hace 16 años y a pesar de todo da señales de seguir vivo) y lamento mucho que no le haya gustado, ojalá le ocurra lo contrario con otros. Un afectuoso saludo,
    Norberto Luis Romero

  • Palimp julio 29, 2012en8:22 pm

    Obligado es recordar que esto es sólo una opinión. El libro me gustó, bien escrito, se transmite bien el ambiente opresivo, tiene páginas muy buenas.

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