Fábulas de Albion, 2016. 240 páginas. Tit. or. Amatka. Marian Womack. Amatka es un nuevo mundo donde se asentaron cinco colonias (aunque una ha desaparecido). Un mundo extraño en el que hay que nombrar las cosas para que mantengan su forma y en el que Vanja, la protagonista, pasará de ser una vulgar funcionaria que informa de los usos de los productos de higiene a alguien que intentará descubrir qué hay de extraño en la realidad. Las nuevas corrientes de la ciencia ficción están explorando, más que las sociedades transformadas por los adelantos tecnológicos, mundos extraños donde la realidad no es lo que acostumbra. Y están muy bien. La autora nos dibuja un mundo sombrío y ajeno del que no sabemos sus cimientos ni donde radica su consistencia. Me lo recomendaron aquí: Amatka y es una buena recomendación. Aunque me pasa como con otros libros del estilo (por ejemplo, Aniquilación), que creo que podrían dar más de sí. Que se dedican a crear un ambiente fabuloso pero en el que lo que ocurre es un poco intrascendente. Recomendable. La manga de Nina acariciaba suavemente el brazo de Vanja mientras se afanaba con los contenidos de la sartén. Ivar bajó cuando…
Fábulas de Albión, 2014. 168 páginas. Tit. or. Jagannath. Trad. Carmen Montes Cano y Marian Womack. Incluye los siguientes relatos: Beatrice Cartas a Ove Lindstróm La señorita Nyberg y yo Rebecka Herr Cederberg ¿Quién es Arvid Pekon? El complejo de vacaciones de Brita La montaña de los renos Mermelada de mora ártica Pyret Augusta Prima Tías Jagannath Relatos ambientados en lo sobrenatural, rozando el terror o la angustia. Hay muchos basados en las tradiciones nórdicas de seres feéricos. Todos están bien escritos pero no todos tienen la misma calidad. El primero, con dos personas enamoradas de sendas máquinas con un final sorprendente, es muy bueno. También es original ¿Quién es Arvid Pekon?, sobre un telefonista con un trabajo peculiar y Rebecka, un mundo en el que dios está en la tierra. De los de leyendas del norte, me quedo con Cartas a Ove Lindstróm. En conjunto, bueno. Era verano. Tú trabajabas de noche en un periódico vespertino como ilustradora. Compartíamos el teléfono fijo. Me desperté al alba con la sensación de que estaba sonando. Cuando abrí la puerta de tu habitación, reinaba el silencio, pero había alguien sentado en la penumbra, en medio del baúl con herrajes que tenías por…