Anagrama, 1986, 1994, 1995, 1997, 1999, 2001, 2005, 2007, 2009. 230 páginas. Tit. Or. Flaubert’s parrot. Trad. Antonio Mauri. Copio la sinopsis de aquí: El loro de Flaubert Si nos preguntaran en la librería cuál es el mejor título para comenzar a leer a Julian Barnes, sin duda responderíamos que El loro de Flaubert. Aunque Barnes es un autor que ha ido creciendo literariamente con el paso de los años, esta su tercera novela contiene ya los ingredientes más destacados de su estilo. El protagonista, un médico viudo llamado Geoffrey Braithwaite, ha leído la obra completa de su autor favorito, Gustave Flaubert, y también la bibliografía escrita sobre él. Solo le queda, pues, conocer el entorno del escritor de Madame Bovary e indagar así, directamente, en su proceso de creación, en su vida amorosa… y en el loro que da título a la novela. El viaje de Braithwaite es entonces también nuestro viaje a lo que ha dado en llamarse metaliteratura, en cuya tradición cabe situar a Cervantes, Borges o Italo Calvino. Una apuesta literaria que otorga a la ficción ese tinte de ensayo tan barnesiano. Lo he puesto como novela pero está a medio camino entre la ficción y…
Anagrama 2005, 2007. 236 páginas. Tit. Or. The lemon table. Trad. Jaime Zulaika. Incluye los siguientes cuentos: Una breve historia de la peluquería La historia de Mats Israelson La de cosas que sabes Higiene El reestreno Vigilancia Corteza Saber francés Apetito La jaula para frutas El silencio Que giran en su mayor parte alrededor de la vejez y la muerte. Con Barnes voy teniendo mis encuentros y desencuentros pero, a pesar de que se prodiga poco en el relato, es posiblemente su libro que más me ha gustado. Especialmente Apetito, con su libro en el congelador y el último, El silencio sobre el compositor Sibelius. Otras reseñas aquí: La mesa limón y La mesa limón . Muy recomendable. En años posteriores, cuando Gertrud le reprendía, cuando el aquavit hacía efecto, cuando miradas corteses le decían que, verdaderamente, se había convertido en un pelmazo, cuando el lago se congelaba por los bordes y la carrera de patines hasta Ráttvik podía celebrarse, cuando su hija salió de la iglesia como una mujer casada y él vio en sus ojos más esperanza de la que sabía que existía, cuando empezaron las largas noches y su corazón parecía cerrarse para hibernar, cuando su caballo…