Editorial Salvat, 1971. 150 páginas. Parole, parole, parole No voy teniendo suerte con lo que leo de Ortega y Gasset. Si El libro de las misiones no me impresionó demasiado -salvo la última parte- estos Estudios me han resultado indigestos. No creo al filósofo incapaz de análisis certeros e inteligentes, algo aparece en estos textos, pero no se ha prodigado mucho en este libro. Recopilación de varios artículos aparecidos en El Sol se limita a decir generalidades sin mucho fundamento que además han envejecido muy mal. Vale que están escritos antes del desarrollo de la psicología pero otros pensadores han sido capaces de decir cosas con más tino. Algo de provecho he sacado; conocer las visiones sobre el amor de Stendhal y Montaigne y el prólogo final a El collar de la paloma. El resto es hablar por hablar, sin fundamento ni ingenio. Me ha recordado a José Antonio marina (no es ningún elogio para ambos). Como curiosidad, el machismo que impregna todos los artículos: Esta perspicacia no tiene nada que ver con la inteligencia, y aunque es más probable su presencia en criaturas de mente clara, puede existir señera, como el don poético que tantas veces viene a alojarse…
Espasa-Calpe, 1940, 1942, 1944, 1945, 1950, 1955. 168 páginas. El destino de cada cual Auque este libro es de la colección Austral la portada original ha debido desaparecer en algún momento de los cincuenta y dos años de andanzas que lleva encima. No es raro, porque esas portadas eran -son- muy frágiles y se descascarillan con mirarlas. El libro se compone de tres partes: misión del bibliotecario, misión de la universidad y miseria y esplendor de la traducción. En el esclavo lector fue amadrinado por una bibliotecaria que me indicó que la primera parte es lectura obligatoria en la carrera. Se trata de una conferencia con la que Ortega y Gasset inauguró el Congreso Internacional de Bibliotecarios celebrado en Madrid en 1935, y que me ha parecido un soberano tostón. La misión de la Universidad, sin embargo, es perfectamente aplicable a nuestra época. Aunque hemos mejorado mucho desde entonces, parece que no hay manera de encontrar un sistema que se dedique a formar a las personas y a estimular la investigación. Pero como apunta el pensador, la culpa -o las virtudes- no son tanto de las instituciones como del país que las alberga. En la última parte se reflexiona sobre…