Veintisiete letras, 2009. 310 páginas. Selección de cuentos de diferentes libros del autor que en ocasiones comparten personajes que se entrecruzan en la trama. Con un lenguaje heredero de Faulkner y Onetti, que aparecen como personajes en uno de los cuentos. Familias venidas a menos, oscuras venganzas y relaciones tormentosas. La solidez de la escritura del autor está fuera de toda duda, pero lo que cuenta -e incluso la organización de cómo lo cuenta- se me han hecho pesadísimas, hasta el punto de tener ganas de abandonar el libro. Me ha costado muchísimo acabarlo por las pocas ganas que tenía de abrir sus páginas. Pero en los dos o tres momentos en los que lo que cuenta está bien dan ganas de aplaudir. La pena es que son momentos muy escasos (dejo muestras) No me ha gustado. -Tranquilo, hermano. No te impacientes -respondió con docilidad Aguilar, el fotógrafo de policiales, se diría que para disimular un poco la borrachera-. Estoy con gripe. ¡Cierto! Y por eso no quiero arriesgar la vida, a no ser que me reemplaces… ¿Podrías? —¿Dónde fue la borrachera? —le pregunté, sonriendo con malicia desde el sofá-. Hasta aquí se huele la marca de whisky que estuviste…