Libros del silencio, 2011. 175 páginas. Literatura fractal Cuando uno lleva muchos años leyendo una bitácora con admiracion y cariño se alegra de que su autor publique un libro. COmo viene siendo la tónica habitual (La emboscada, Burocracia), es de lo mejor que he leído ultimamente. En este párrafo suelo colocar un resumen del libro, pero en este caso es imposible. No hay una historia que vertebre el discurso, aunque sí algunos ejes: el apocalipsis, un documental sobre un hecho ficticio pero a la postre puede que real, una tenebrosa sección 9 donde se realizan terribles experimentos, un disfraz de koala que es mejor no ponerse (y que desemboca en una de las más perturbadoras historias que he leído), paisajes desolados, cables, polvo, y la imposibilidad de narrar. Cuando reseñé Nocilla dream criticaba su pretendida novedad y reclamaba más esfuerzo y valentía. Aquí lo tenemos. Este libro deja aquellos tímidos experimentos en ejercicios escolares. De los nocilleros se dijo que eran literatura fragmentaria, al estilo blog. Javier Avilés va mucho más allá y podríamos denominarla literatura fractal, por su dimensión fraccionaria, porque cada una de las partes se asemeja al todo, y porque uno puede hacer un descenso infinito en…
Voy por la página 70. Sí, es brutal. Seguiremos informando. Si no se puede narrar se puede narrar cómo no se puede narrar, y esto también es mentira. No narrar es narrar, no escribir es escribir cuando se es consciente de la negativa a escribir. Así que escribo y me resisto a ello, lo envuelvo todo en una bruma onírica y siniestra que me distancie del texto. Yo no soy quien escribe, yo escribo que me observo escribiendo. Todo es como en Marienbad. ¿Cuándo? El año pasado, cuando decía que «me acerqué a ti, pero me detuve cerca y te miré. Entonces te volviste hacia mí, aunque parecía que no me vieras. Te miré, y no hiciste nada. «Pareces tan viva», dije. Sonreiste». No yo, claro, pero sí esa voz que es la Voz y es la narración. El aedo de las pesadillas.