Anagrama, 2019. 192 páginas. Colección de cuentos que, al compartir escenario y personajes, conforma una novela con su propia unidad narrativa. Un pueblo de montaña en el que los elementos (nubes, hongos) tienen cosas que decir. En el que los muertos caminan al lado de los vivos con ganas de hablar y se conocen entre ellos. Y en el que las pequeñas batallas cotidianas, el desamor, las envidias y el salir adelante conforman el día a día. Muy buen libro. No todos los cuentos me han gustado por igual, pero los relatos en los que gana el initimismo (pienso en Les estovalles blanques, madre enfrentada a su soledad, sus recuerdos y el cuidado de los niños o El ball de la civada con su personaje atormentado perfectamente delineado) la autora alcanza niveles de excelencia. El conjunto está muy bien balanceado y es un disfrute leerlo. Además me quitó el mal sabor de boca de un libro anterior. Muy recomendable. Que jo m’hauria donat tota, si ell ho hagués demanat. Que a vegades no podia més, de tant guardar les mans sobre els genolls. De tant guardar la llengua dintre de la boca. De tan fort que em bategava el cor,…