Fragmenta, 2019. 76 páginas. Repito con otro libro corto de este autor a raíz de una conferencia que le escuché en la fundación March. En este caso los aforismos se dejan de lado y se centra en lo que el denomina la religión del ateo ¿Qué religión puede ser esa? Una de la que ya nos avisaba Nietzsche, una vez desaparece la moral absoluta solo nos queda la ética del día a día. Desaparecida la épica de las grandes religiones solo nos queda la prosa de la realidad. Confieso estar de acuerdo con el planteamiento del autor. La moral tampoco queda destruída, pero la ética vive en los márgenes. Toda definición de bien absoluto es autoritaria y falaz, porque no es lo que vivimos en el día a día y además nos conduce a un dogmatismo peligroso. Mejor aceptar el bien cotidiano, la compasión, el humor, que no los grandes sermones escritos en piedra. Muy bueno. 30 La inocencia del devenir llegará también a la identidad. No hay un yo puro, una razón pura, ni teórica ni práctica, no hay un sujeto trascendental, sino sujetos corpóreos, finitos, seres que nacen, sufren, gozan y mueren. Sin finitud no hay vida. La…