Editorial juventud, 2009. 268 páginas. Trad. Ramón D. Perés. Yo, como muchos, llegué al libro de la selva a través de los ojos de Disney. Recuerdo, incluso, una tristeza melancólica cuando al final Mowgli abandona la selva de su infancia cautivado por unos ojos negros. El recuerdo es posible que sea inventado, la melancolía no. Leo el libro original cuando ya ha pasado el tiempo de disfrutar de peleas con los perros salvajes, o de encontrar tesoros malditos en la profundidad de la selva. Pero el niño que llevas dentro te pega una patada en la espinilla y mientras tú maldices él sigue leyendo las aventuras del niño rana, un lobo como los demás, según afirma orgulloso. Como es de esperar sus andanzas son más oscuras que los colores de la fábrica de sueños. Hay venganzas terribles, sombras en los corazones, hay caza y sangre en abundancia puesto que así es la ley de la jungla. Incluso cuando conoces los lenguajes secretos. Muy bueno. Todo lo que aquí vamos a contar sucedió poco antes de que Mougli fuera expulsado de la manada de Sioni y se vengara del tigre Shir Jan. Fue en los días en que Balú le enseñaba…