Editorial Bruño, 1994. 204 páginas. Selección de cuentos del autor aparecidos en revistas y dispersos. Algunos los recuperó para sus falsas memorias y tuvieron otra vida, el resto son bastante inencontrables (y el propio libro lo es). Después de leer casi todo lo que se ha publicado de Mihura no sé a qué carta quedarme. O era un genio que dedicó su talento a escribir obras comerciales que le dieran dinero enterrando su tremenda originalidad debajo de la alfombra, o era un buen artesano que recibía de vez en cuando el susurro de las musas. Todos los cuentos tienen su gracia, pero en general no pasan de entretenidos. Pero hay algunos, algunas ideas, algunas páginas, de un humor negro finísimo, de una profundidad que destaca del resto. Con un hálito poético incuestionable. Por esas pepitas de oro bien merece la pena pasar horas cribando barro. Recomendable. Entonces quiso especializarse en hacer retratos de bodas y de niños de Primera Comunión. Pero tardaba tanto en prepararlos, en enfocarlos, en hurgar dentro de su maquinita y en mover las cortinas, que cuando retrataba a los recién casados, ya ella se había puesto irritada, cosa con la que hay que tener mucho cuidado…