Plaza y Janés, 2002. 240 páginas. Más ensayo sobre la figura del voyeur que memorias lo que es una pena porque si cuando recuerda momentos de su vida la prosa agarra una fuerza y una crudeza que poco tiene que envidiar a un Bataille, la parte ensayística muchas veces se limita a enumerar momentos históricos o literarios en los que la figura del mirón ha tenido alguna relevancia. Empezando por el gran ojo de Dios que a todos nos contempla, el mirón por antonomasia, que -caso de existir- observaría todos los actos que la cultura cristiana repudia como impuros. Mira que te mira Dios. En la biblia hay muchos pasajes -recogidos en este libro- que abundan en el tema. Desde la desnudez de Noé hasta Susana y los viejos. La sociedad avanza y con ella nuestras vergüenzas o desvergüenzas, cada vez caemos más en una sociedad del espectáculo, donde florecen los realities donde mirar sin piedad, las 24 horas, como vive un grupo de personas en un entorno casi de laboratorio. Sin dejar de lado internet que todavía estaba en embrión cuando se publicó el libro y que ahora fomenta un exhibicionismo sin parangón. Fuimos mirones y exhibicionistas y lo…