Alfaguara, 2007. 388 páginas. Tit. or. Christine Falls. Trad. Miguel Martínez-Lage Después de leer Los infinitos de John Banville decidí leer alguna de sus novelas negras escritas con pseudónimo. En la portada ya nos avisan de que Benjamin Black es Banville, aunque en Anagrama no he visto el aviso contrario. Ya se ve en qué dirección va el prestigio. Quirke es un patólogo viudo aficionado a la bebida que ve lo que no debería ver: un cadáver cuya muerte parece ser una embolia pulmonar. Convertido en detective sin quererlo averiguar la verdadera causa de la muerte ce Christine Falls le llevará a descubrir un complot en el que están implicados miembros de su familia. Se lo hago corto: no me ha gustado. Hay algún momento bueno, y no está mal escrito. Pero la portada miente: Black no es Banville, ni de lejos. La trama se me hizo aburrida y previsible, a mitad del libro ya te imaginas por donde irán los tiros y al llegar al final los secretos terribles ni son secretos ni son terribles. Se me hizo larguísimo. No sé si sus otras novelas negras son mejores pero no voy a probar, que la vida es corta. Aquí:…