Anagrama, 2016. 286 páginas. Las memorias de Nazario por fuerza tenían que ser interesantes. Como en las de Pablo Carbonell me he encontrado lo que no esperaba pero ha sido mejor. Es muy acertada la palabra cotidiana en el título, ya que no hace un recuento de sus éxitos sino de su vida normal, sus amigos, las reformas de su casa… todo contado de una manera un tanto anárquica y saltando de un tema a otro. Pero la manera de relatarlo encaja con lo que cuenta, los personajes son retratados con cariño y sin juzgarlos, se respira el ambiente de libertad sexual y de excesos de la época, y el sabor de boca que deja es maravilloso. Me enganché desde las primeras páginas. Confieso que nunca he sido muy seguidor de Nazario, sus cómics me gustan pero no me maravillan, pero esta vida cotidiana me ha conquistado sin paliativos. Muy recomendable. Por la noche voy al bar Los Pescadores a comprar tabaco con los cinco duros que me ha dado Pepichek. (¡Yo creo que él o la Fina se traen algún tipo de negocio entre manos con lo del caballo!) En la calle Boquería me cruzo con un tío que…
Anagrama, 2010. 148 páginas. Un adolescente se junta en el pueblo de veraneo con una pandilla de malotes, saboreando otra forma de ver la vida. Por desgracia se ve involucrado en una situación violenta que le será difícil de gestionar. Está bien escrito y estructurado, pero la historia me ha parecido bastante floja. Mucha introspección adolescente, algunos momentos emotivos, y la parte más escabrosa, que podría haber dado mucho juego, se trata casi como de pasada. Es una buena lectura, pero sabe a poco. Tuvo la vaga impresión vanidosa de que cualquiera de aquellas chicas le aceptaría, de que podría acercarse a cualquiera de ellas una de aquellas pocas noches que iban quedando de vacaciones y decirle: ¿Me chupas la polla? Y ellas lo harían sin remilgos con sus rasgos regulares y desgastados como las conchas de la orilla, como si se aburrieran tal vez. Ninguna de ellas le habría gustado por separado y sin embargo todas juntas despertaban en él un estado físico desconocido. Hablaban ¿de qué? No importaba. Era última hora de la tarde y pensó que le quedaban diez días de vacaciones. El sol comenzó a ponerse al fondo de la ría. Era siempre una hora suspendida…
Anagrama, 2008. 158 páginas. Tit. Or. Full of life. Trad. Antonio-Prometeo Moya. Me lo decían mis amigos, gente de confianza. Lee a Fante. Me lo decía también Bukowsky, el viejo granuja. Yo no hacía caso ¡tonto de mí! Hasta ahora. Un libro fresco, divertido, tierno. Y tan moderno que algunos de sus recursos estilísticos los he leído en obras escritas cincuenta años después y siguen funcionando. He reído. He llorado. Con frecuencia al mismo tiempo. En resumen, me he enamorado. Esta mañana se me ha pasado la estación de metro, absorto en su lectura. En estas ocasiones es agradable decir a los amigos: teníais razón. El mundo es mejor después de leer a John Fante. -No mucho. Unos centavos. Subió al vehículo y le expliqué que el importe dependía del taxímetro. Di mi dirección al taxista y éste subió la bandera que ponía el taxímetro en marcha. Nos alejamos de la estación. El taxímetro indicaba la tarifa mínima. —Sólo veinte centavos —dijo mi padre sonriendo. Se retrepó con aire de satisfacción. Subimos por Aliso hasta el cruce con Los Angeles Street, el primer semáforo. Se oyó un leve chasquido y el taxímetro marcó treinta centavos. -¿Qué pasa? —Tómatelo con calma,…
Anagrama, 2009. 170 páginas. No está mal escrito, pero trama y personajes me han resultado completamente inverosímiles. Un traductor jubilado cambia de señora de la limpieza y empieza una relación con ella. Algo que no cae muy bien a su hija y que provoca que tome una decisión cuestionable. Que los protagonistas se llamen Roberto y Jacinta y que esté trabajando en una nueva traducción de Romeo y Julieta no es casual. Tiene algunas frases buenas, pero en mi humilde opinión bastantes defectos de estructura. En algunos momentos el protagonista tiene que explicar por qué hace o no hace alguna cosa, básicamente porque no resulta creíble. Personalmente el protagonista se me hizo insoportable, hasta el punto que pensé que habría un giro del guión y que los malos al final no fueran malos, pero no, todo es lo que quiere parecer, que no lo que parece. Bastante flojilla. Cuando él se jubiló, hacía seis años, pensó en decirle que no viniera más, ya que ahora tendría tiempo de encargarse él mismo de esas cosas. Pero su hija insistió tanto en que la mujer siguiera viniendo que Roberto, por no oírla hablar más del tema, se olvidó del asunto. En realidad…
Anagrama, 2016. 198 páginas. Incluye los siguientes relatos: El chico sucio La Hostería Los años intoxicados La casa de Adela Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo Tela de araña Fin de curso Nada de carne sobre nosotras El patio del vecino Bajo el agua negra Verde rojo anaranjado Las cosas que perdimos en el fuego Si Cortázar dignificó lo fantástico por su calidad literaria, Mariana hace lo mismo con un género más difícil y marginal: el terror. Las presencias extrañas se mezclan de manera indistinguible con el mal doméstico, con la sordidez y miseria de una sociedad enferma. La contaminación de un río provoca las mismas mutaciones que las de los oscuros dioses de Lovecraft. La pérdida de sentido existencial, los lindes de la locura, enmascaran las oscuras presencias de malvados espíritus. Lo terrorífico está en la realidad cotidiana. Las presencias sobrenaturales se limitan a aportar lo irracional e inesperado. Nosotros somos el mal. Muy destacables Los años intoxicados y Fin de curso. Algunos son más flojitos, pero en general, muy buenos. El chico sucio y su madre duermen sobre tres colchones tan gastados que, apilados, tienen el mismo alto que un somier común. La madre guarda…