Anagrama, 2010. 580 páginas. Tit. or. What a Carve Up!. Trad. Javier Lacruz. Un escritor venido a menos recibe un encargo lucrativo: escribir la biografía de una poderosa familia que tiene entre sus miembros a políticos, periodistas, fabricantes de armas o magnates de la industria cárnica. No sé por qué tenía buenas expectativas con este libro. Expectativas de encontrar buena literatura. A las pocas páginas ya vi que no. Pero pensé que, por lo menos, podría encontrar sano entretenimiento. Tampoco. En la portada dicen que es un libro de detectives, de denuncia y novela gótica. También que es sátira y fábula política. Quería ser tantas cosas que se quedó en nada. Como novela de detectives, mal. Una trama muy débil que no aparece hasta el final. Como novela gótica hay momentos que da el pego, pero resultan cómicos. Y cuando quiere ser cómico no me ha hecho ninguna gracia. La dimensión más importante es la de denuncia. Cada miembro de la familia representa a un sector despreciable. Traficante de armas, columnista estilo OKDiario, magnate de los mataderos en los que los pobres animales son torturados, políticos… Toda una casualidad. El dibujo que pinta de estos personajes es tan en blanco…
Anagrama, 2011. 220 páginas. Biografía novelada de los días como colaboracionista del poeta Ezra Pound, desde la historia de sus emisiones radiofónicas hasta su detención al acabar la segunda guerra mundial. En las últimas páginas aparece el autor, que está en Italia para acabar una novela y recuperarse de una ruptura y se encontrará con alguien que defiende una historia diferente. Muy útil para conocer los hechos históricos, pero como ficción normalita. Bien escrito y entretenido, pero ni siquiera la meta ficción del final le ha dado, a mis ojos, un poco de interés. Se deja leer. Pound pidió bajarse cuando habían avanzado dos kilómetros. Los pies se despellejaban, desollaban y llagaban contra las botas de esquiador. Bebió más vino, malo. En un huerto unas mujeres le dieron cuatro melocotones. Quiso pagarlos. No importa el dinero, no vale. Le pusieron un plato de menestra. En Rieti pidió en una casa que lo dejaran entrar a dormir en el patio. Sólo había un dormitorio para todos. Pound podía compartirlo. Se comió un huevo. Quiso pagarlo. ¿Qué va a pagar? Siguió su camino, en tren. Un hombre le contó una historia. Puso el hombre una serrería, pero se lo llevaron a la…
Anagrama, 2006. 162 págins. Tit. or. Pan. Trad. Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Después de merendarme la estupenda trilogía del vagabundo le toca el turno a este Pan, no tan grande como aquella pero escrita con la misma calidad de lenguaje. Un teniente vive en una cabaña de las montañas, dedicado al ideal romántico de inmersión en la naturaleza. Se enamorará de una chica del pueblo, coqueta e inconstante. La cosa no acabará muy bien. Hay varias cosas notables. La primera, la excelente prosa. Knut escribía muy bien -y es una pena sus simpatías por los nazis, que lo tienen algo sepultado- y su lenguaje es claro y muy moderno. Lo segundo, el juego de narradores; la novela se cuenta desde el punto de vista del teniente, que no es un narrador fiable. Pero se añade un epílogo de un compañero futuro del teniente que complementa la historia y que, a la vez, tampoco es un narrador fiable. Por último la trama que, bajo la apariencia de un doble triángulo amoroso, hace un retrato excelente de la sociedad. Muy recomendable. Un hombre me preguntó si ya no cazaba; no había oído ningún tiro procedente de las colinas, dijo, y llevaba…
Anagrama, 2017. 130 páginas. Renfo es el hijo del gran escritor latinoamericano Ronaldo, ya fallecido. Deambula por las calles de Madrid sin rumbo en la vida, salvo tal vez encontrar el manuscrito perdido de su padre, su última novela. El amor, los bajos fondos y un abuelo actor se van entrecruzando por su camino. Ronaldo es un trasunto poco disimulado de Bolaño, aunque no creo que Renfo lo sea de Lautaro. Lo iba leyendo con desgana porque, aunque no está mal escrito, las historias de adolescentes sin objetivos me dan a estas alturas del curso un poco de dentera. Pero al final le cogí cariño al libro, que no acaba mal. Que sea breve también ayuda. Se puede recomendar. En una fiesta. La despedida de un amigo de Ronaldo, un escritor peruano que volvía al Perú después de quince años aquí, en Madrid, donde no había hecho otra cosa que escribir del Perú y de los peruanos. Había mucha luz en la casa, un apartamento en la mismísima Gran Vía con neones en el techo de plafón que debía de ser una antigua oficina reconvertida en pisitos de estudiante. Curto me presentaba a la gente y algunos me saludaban como…
Anagrama, 1998. 174 páginas. Un joven universitario arrastra su angustia de perdedor por las calles de Madrid. La huída el pueblo no ha resultado ser lo que esperaba. Esta novela fue finalista del premio Herralde perdiendo frente a lo que probablemente sea una de las grandes obras del siglo XX, Los detectives salvajes. Mucho contra lo que competir. Alberto Olmos escribe muy bien, incluso entonces cuando era joven. Pero no es suficiente para sostener una historia que no lleva a ningún sitio. Los soliloquios de esta vida gris apenas en ocasiones despiertan interés. La novela El síndrome de Ulises tenía una prosa mucho peor y los personajes acartonados, pero por lo menos el protagonista follaba. Aquí no se hace ni unas pajas. En la contraportada nos dice que está lejos de la juventud crápula, y a la mitad del libro te gustaría que no fuera así. Me dio una pereza infinita acabarlo. Pero ojo, que el autor tiene libros que están muy bien. ¿Qué vas a hacer? Puedes hojear libros, qué otra cosa si no. Eres el gusano de las bibliotecas. Entras en ellas como en una manzana, dispuesto a comértelas por dentro. Y nunca quedas saciado. Lo curioso es…