Santillana, 2007. 140 páginas. Quien me proporcionó el libro ya me avisó de que era malo, pero tozudo de mí me empeñé en leerlo. Es peor. La protagonista se pierde en el bosque de los lamentos y tiene que encontrar la salida del laberinto de la felicidad. Autoayuda levemente disfrazada de ficción, con un mensaje tan claro como inane. Por si acaso se pierden las enseñanzas la prota las va apuntando en un cuadernito con letra bien grande. No aguanto los libros de autoayuda, por favor no contaminen la literatura con ellos. Calificación: Infame. Un día, un libro (190/365) Extracto: El explorador se puso de cuclillas, fijó bien su monóculo y, apoyado en su cazamari-posas, explicó con voz suave: —Por qué estoy aquí no tiene importancia: lo único que cuenta es que busco la salida del Laberinto. Digamos que viajé muy lejos para encontrar algo que en realidad tenía muy cerca. ¿Lo entiendes? —No del todo. —Te lo explicaré con una historia que me contó un lama que conocí en un monasterio del Tíbet: Un hombre cumplió su sueño de viajar a la Luna, pero, durante el alunizaje, el cohete se averió sin remedio. El siempre había deseado ir hasta…