Lumen, 1999. 165 páginas. Tit. Or. Sei una bestia, Viskovitz. Trad. Alejandro Pérez Viza. Una auténtica sorpresa. Un libro de relatos que siempre tiene como protagonista a Viskovitz, encarnado en diferentes animales, buscando siempre el amor de Ljuba. Hay relatos verdaderamente magníficos. El lenguaje, plagado de términos biológicos, excelente. Es extraño que un auténtico desconocido publique un libro tan redondo y se acabó. También que no sea más conocido, porque es una verdadera delicia. Corran a leerlo. Estás perdiendo la cabeza, Viskovitz –¿Cómo era papá? –le pregunté a mi madre. –Crujiente, un poco salado, rico en fibra. –Quiero decir antes de comértelo. –Era un mequetrefe inseguro, angustiado, neurótico, un poco como todos vosotros, los machitos, Visko. Me sentía más cercano que nunca a aquel genitor al que no había llegado a conocer, que se había descompuesto en el estómago de mamá mientras yo era concebido. De quien no había recibido calor, sino calorías. Gracias, papá, pensé. Sé lo que significa, para una mantis macho, sacrificarse por la familia. Me detuve un instante, en grave recogimiento, ante su tumba, es decir, ante mi madre, y entoné un miserere. Al poco rato, como pensar en la muerte nunca dejaba de provocarme una…