Anagrama, 1998. 174 páginas. Un joven universitario arrastra su angustia de perdedor por las calles de Madrid. La huída el pueblo no ha resultado ser lo que esperaba. Esta novela fue finalista del premio Herralde perdiendo frente a lo que probablemente sea una de las grandes obras del siglo XX, Los detectives salvajes. Mucho contra lo que competir. Alberto Olmos escribe muy bien, incluso entonces cuando era joven. Pero no es suficiente para sostener una historia que no lleva a ningún sitio. Los soliloquios de esta vida gris apenas en ocasiones despiertan interés. La novela El síndrome de Ulises tenía una prosa mucho peor y los personajes acartonados, pero por lo menos el protagonista follaba. Aquí no se hace ni unas pajas. En la contraportada nos dice que está lejos de la juventud crápula, y a la mitad del libro te gustaría que no fuera así. Me dio una pereza infinita acabarlo. Pero ojo, que el autor tiene libros que están muy bien. ¿Qué vas a hacer? Puedes hojear libros, qué otra cosa si no. Eres el gusano de las bibliotecas. Entras en ellas como en una manzana, dispuesto a comértelas por dentro. Y nunca quedas saciado. Lo curioso es…
Lengua de Trapo, 2006. 192 páginas. Tenía muchas ganas de leer a Alberto Olmos, tanto por las críticas buenas y malas que me he ido encontrando, como las que él mismo ha lanzado contra otros bajo la identidad de Malherido. David es profesor de inglés en Japón, y nos va contando su día a día, sus desventuras y fracasos amorosos. Ahora que está de moda lo japonés, al menos en ciertos sectores, no esperen encontrar aquí descripción de costumbres, sucedidos graciosos, choque de culturas… el autor va más a lo poético que a lo anecdótico. Nos enteramos de cosas de Japón, claro, pero de refilón. Sabiendo que el propio autor estuvo trabajando tres años allí es difícil no suponer que habrá mucha autobiografía por aquí. Como tiene algunas cadencias que comparte con Malherido, esa identidad se acentúa. Pero como he dicho más arriba, lo importante no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta, y en realidad poco importa lo que pasa. Tiene frases realmente muy buenas. Es gracioso constatar que mientras en las novelas de Murakami -que el protagonista lee con frecuencia- la gente parece tener una vida sexual muy activa, aquí no encontramos una sola escena de…