En un futuro no muy lejano, después de la Gran Fumada, una guerra mundial que consiguió frenar a los temibles fumadores zombies, dos reporteros graban un documental para saber más sobre aquel luctuoso evento. El reportero Peter, más pringado que aguerrido, y la cámara Corinne, de desbordante personalidad, recorrerán el mundo buscando respuestas. El problema vendrá cuando encuentren más de lo que buscaban…
Un desmadre psicotrópico que me ha arrancado más de una carcajada. El gobierno está en manos de los payasos (¡por fin!), el tabaco es cosa del pasado y a los niños se les asusta con que vendrá el fumador y se los fumará. En el pasado hordas de zombies aterrorizaban a la población con el estremecedor grito de ‘Dame fuegoooo’.
Los protagonistas van saltando de escena en escena, enfrentándose a situaciones rocambolescas que incluyen muchos guiños que son divertidos de desentrañar. Todo bien, incluyendo la reflexión de fondo sobre el borreguismo, el bien común y la necesidad de seguir las normas. He disfrutado mucho con su lectura.
¡Cuidado cuando escojan disquetera! Recomendable.
Cualquier persona, con unos conocimientos mínimos de informática, lo sabe. Un supermóvil de última generación irá tan bien, como el usuario quiera que vaya de bien. ¡Qué mala suerte! Peter no pudo evitar pensar en Corinne.
—¿Qué desea, señor?
Otro dependiente, igual de alto y ancho que el anterior, surgió de entre las sombras de productos y periféricos.
Esta vez Peter se fijó muy bien, camisa azul… aja… pantalón blanco… aja… y… efectivamente gorra ROJA. Por fin, la corta espera de tan solo una hora y media había finalizado, de manera que esta vez lo haría bien, por poco rato que fuera no quería volver a esperar ni un segundo más.
—¿Disponen de una disquetera para disquetes?
—Por supuesto, caballero, ¿de 3 Yt o de 5 %? «Malporro me lleve. ¿Qué me pregunta ahora el hermano gemelo de King Kong? Esto no me lo había dicho Garganta más profunda».
La cara de nerviosismo de Peter iba en aumento. Este optó por la táctica del silencio.
El nuevo hombre-gorila le miró atentamente.
—Sigue a tu corazón —añadió el hombre-gorila intuyendo las atribulaciones de Peter.
— ¡¿De 3 34?! —respondió no muy seguro el pobre Peter.
—Buena elección. Respuesta correcta. Sígame
Peter Whales.
Peter siguió a aquel hombre entre toda la pila de estanterías. La bola de ramitas se cruzó varias veces en su camino. Después de media hora de camino llegaron a una pequeña puerta de acero. Encima de ella se podía leer la palabra Almacén.
— Es aquí, Peter Whales. Entre.
Peter se mostró dubitativo unos segundos, pero aquello podía ser la noticia del año, debía arriesgarse. A pesar de ello, una duda aún le corroía. Antes de entrar poseía una pregunta para aquel gigantón.
—¿Qué hubiera pasado si hubiera dicho 5 %?
El hombre-gorila torció ligeramente la cabeza hacia un lado. Su mirada era penetrante. Los ojos de aquel hombre, inyectados en sangre, miraban a través de Peter como un león mira a través de su presa.
—Hay preguntas de las que es mejor no conocer la respuesta. ¡JA, JA, JA, JA! —Y el hombre-gorila comenzó a reír estruendosamente. El eco de aquella risa se transportó velozmente por toda la tienda de PC Pity. La imaginación de Peter no consiguió dibujar todos los retazos en aquella locura. Sus manos se aferraron al marco de la puerta situado debajo del letrero con las letras Almacén, y sus piernas hicieron el resto. Entró tan rápidamente como pudo por la pequeña puerta de acero y desapareció en el interior de aquella estancia.
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