Impedimenta, 2017. 254 páginas.
Incluye los siguientes relatos:
Obesidad Mórbida Modular
Manos libres
Pegar como texto sin formato
Torremolínos
Nuestra canción
Estabulario
Sabes que un libro te fascina cuando se cumple alguna de estas condiciones:
1.- Aunque estés medio dormido y agotado te aferras a la lectura de sus páginas.
2.- Vas en metro o ferrocarril y casi se te escapa la parada
3.- Se te acerca alguien en la cafetería que no conoces y te dice ‘¿Qué estás leyendo? Porque estás todo enganchado’
Si se cumplen las tres, estamos ante un gran libro. Uno de los mejores que he leído este año. De esos que te da rabia no haber escrito tú. Ambientes distópicos originales, situaciones que se van saliendo de madre, originalidad a paletadas…
Curiosamente los que menos me han gustado son el primero (sobre una especie de complemento para parecer gordo que el protagonista no se consigue sacar de encima) y el último, que da título al libro y que expone una suerte de espejo virtual en el que la televisión va narrando (con profusión de mensajes interactivopublicitarios) la historia del que lo ve.
Me ha fascinado el trasfondo de Manos libres, en una especie de guerra entre España y un país árabe que puede ser marruecos donde unas mujeres secuestradas se encargan de alimentar a los soldados que van llegando y Torermolinos una serie de televisión que parece incorporar sensaciones y que lleva a una de las showrunners a visitar ese Torremolinos que se encuentra en una Andalucía que es independiente de España y que sufre un régimen dictatorial.
Pero mis preferidos son Pegar como texto sin formato, huida hacia delante de lo que parece ser un político corrupto pero que es más, mucho más y Nuestra canción que parece empezar de una manera excesivamente convencional y que poco a poco va alcanzando su punto de ebullición. Como si en ambos cuentos el autor quisiera probar un más difícil todavía pero que encaja como un guante en el curso de la narración.
Lo comparan a Ballard y a la serie Black Mirror, pero a mi me parece un Saunders patrio todavía más salvaje. Otras reseñas: Estabulario (aquí lo descubrí) y Estabulario.
Extremadamente recomendable.
«No es solo un premio de primera categoría, Bruno. Es un reconocimiento a tu condición de disidente del régimen, a, todos los que cruzasteis la frontera. El general Navarrete en persona presidirá la gala. Es un gesto político, Bruno, una muestra de buena voluntad. Un momento histórico.»
«El punto culminante de la gala será una sesión de drenaje en vivo, Bruno —interviene la agente—. La retransmitirán en directo por Libertad TV Te verán todos tus compatriotas.»
Bruno ha cargado las piernas sobre el escritorio. Su risa suena como una guitarra eléctrica a volumen muy bajo pero a tope de distorsión. Bruno extiende dos dedos en dirección a su agente, los frota entre sí.
«Es un premio sin dotación económica, Bruno. Pero la productora va a recibir una subvención, y Libertad TV está interesada en adquirir los derechos de Torremolinos.»
Bruno mantiene la sonrisa sardónica, cruza los brazos sobre su pecho, arruga la nariz.
Le tiendo el folleto que me ha impreso Anglada. «La gala es el domingo por la mañana. El viernes por la noche volamos a Málaga en un jet privado, Bruno. El mejor hotel, los mejores restaurantes. Vuelves a casa por la puerta grande y con todos los gastos pagados, ¿no te parece alucinante?»
Bruno alza mucho las cejas. Sacude enérgicamente la cabeza.
«Es solo un fin de semana, Bruno. Si es necesario, a la vuelta aplazaremos las emisiones para que puedas recuperarte. Sabes que para nosotras tu salud es lo primero.»
Bruno vuelve a sacudir la cabeza.
«El pasado no puede herirte si no se lo permites, Bruno. Te fuiste como un refugiado, vuelves como estrella internacional. Vuelves como un héroe.»
Bruno no mueve un músculo.
«Seguro que hay alguien a quien te apetece volver a ver. ¿O vas a decirme que no hay nadie? Anda ya.»
Bruno se mantiene impasible.
«¿Cuál es exactamente el problema, Bruno? Dínoslo, estamos aquí para ayudarte.» Empujo el bloc y el boli en su dirección.
Bruno ha ido deslizándose hacia abajo en su silla, parece aún más bajito de lo que es. Mantiene los morros fruncidos.
«La drenadora ya está camino de Torremolinos, Bruno —dice la agente—. Digamos que no puedes no ir.»
«Nos daremos unos bañitos, tomaremos el sol. No temas, que tu coach favorita se asegurará de que lo pases bien, ja ja ja.»
Bruno vuelve a arrugar la nariz, Bruno parodia mi risa.
«Van a retirarnos la subvención, Bruno. Van a cancelar Torremolinos. ¿Es eso lo que quieres?»
¿Sabéis cuánto me duraron las marcas? De pronto lo tengo sobre mí, sus ojillos refulgiendo al fondo de esos dos charcos de maquillaje, sus manos en mi cuello, su nariz apretándose contra la mía. «Llama a seguridad», grazno, pero la agente corre ya hacia la puerta. La presión desaparece cuando Bruno sale tras ella.
Tiemblo, trago saliva, me masajeo la garganta. Instantes después entra la agente. Nos asomamos a la ventana justo a tiempo para ver el Porsche derrapando por el parking.
«No te preocupes, Trini, cuenta con él —dice la agente—. Está demasiado enganchado.»
¿Alguien sigue creyendo que Anglada me está haciendo un favor, que no me cambiaría por cualquiera de vosotras? ¿Abandonar la seguridad de Madrid? ¿Dejar a mi hija sola
No hay comentarios