El pintor Viti es adicto a la abismina una droga que se consume por los ojos y vuelve amarilla su vida. Asistimos a las diferentes penurias que la adicción provoca en su vida, que se va desdibujando paulatinamente mientras cae en un pozo sin salida.
Lorenzo sigue con su habitual línea bruguera, estos personajes que nos recuerdan a Gordito Relleno, con narices de una redondez imposible y un estilo falsamente naif que nos cuenta una tragedia. El retrato sin edulcorar de una adicción, que por momentos me puso mal cuerpo. Podríamos decir que este tebeo es la antítesis de aquella romantización de la heroína que leíamos en los primeros víboras. Aquí se nos muestra la realidad sin cortapisas, aunque el estilo nos parezca el de un libro infantil. Y ese contraste contribuye mucho a que nos vuele la cabeza.
Desasosegante. Muy bueno.
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