El infierno son los demás, y cuando se tienen diferencias con los vecinos llevarías hasta en la ducha una camiseta con ese lema. ¡Ah, las comunidades de vecinos! Cuanto odio, malos entendidos, críticas y envidias en un espacio tan pequeño y por parte de personas en principio razonables. Cuando la gente se queja de lo mal que va el mundo siempre pienso lo mismo. Si el patio de una escalera rezuma mala baba me maravilla que las ventajas de la civilización puedan extenderse más allá de una tribu pequeña. Toda sociedad moderna es un milagro.
Luego pasas hora y media hablando con un técnico de ADSL para seguir sin internet y acabas convencido de que el infierno está lleno de incompetentes. La mala suerte remata la faena y pierdes un libro que llevabas a devolver a la biblioteca. Hay semanas que tendrían que empezar los viernes.
Pero luego estás con la familia y el mal humor va desapareciendo, un café o unas cervezas con los amigos hacen que olvides los problemas y descubres que alguien encontró ese libro y, en vez de quedárselo, lo devolvió a la biblioteca. Recuerdas tantas lecturas en las que protagonistas amargados encuentran una tregua en el amor o la amistad frente al absurdo de la vida.
Piensas en la buena gente y si el infierno son los demás, también son el paraíso. O, si más no, refrescantes oasis que hacen este camino más soportable.
4 comentarios
Como se suele decir, el noventa y nueve por ciento de la humanidad da mala fama al resto 🙂
Y que sigamos encontrándonos oasis…
Y el 99% de la humanidad cree que pertenece al 1% que se salva 🙂
Oasis, por suerte, hay muchos.
Cómo me gustaria que tuvieras más contratiempos a cada rato, para leerte así, pura literatura salida en un momento de tus manos. La vida misma golpeándote el cerebro y diciéndote: ¡escribe más! AD.
Pues fíjate que no iba a ponerlo porque ¿A quíen le puede interesar lo que me pase?