A partir de una foto de Twain con Tesla los autores van desenredando un ovillo que nos narra una época de la vida del escritor en la que aparecen personajes secundarios como Bram Stoker, Sigmund Freud o el empresario Henry Rogers, que le ayudó con sus problemas financieros y que es el diablo del título.
Divida en capítulos como las novelas por entregas de antaño me ha parecido un ejercicio narrativo descomunal, como se entrelazan todas las historias, fragmentos de las obras de Twain, una conversación -imaginada- con Freud y ese final onírico que pone sentido a todo.
Me ha encantado.
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