Paidós, 2010. 322 páginas.
Tit. Or. The duck that won the lottery: and other 99 bad arguments. Trad. Pablo Hermida Lazcano.
Mentiras
Libros que nos enseñen a desarrollar el pensamiento crítico hay pocos. Que además sean éxito de ventas, todavía menos. El nuevo libro de Julian Baggini, autor del exito de ventas El cerdo que quería ser jamón, cumple las dos condiciones.
El autor muestra cien ejemplos de falacias, malos argumentos y titulares tendenciosos. No imaginaba que hubiera tantas formas de manipular el discurso, pero aunque algunos ejemplos son más claros que otros, todos son perfectamente entendibles y reconocibles.
Aparecen retratadas algunas de las tretas de creacionistas, defensores de la medicina alternativa, antiabortistas e incluso políticos. Me gusta su postura escéptica, que no intenta convencer a nadie y es directa desde el principio: si no hay datos que apoyen la homeopatía no merece la pena seguir discutiendo el tema. Pero sí desmontar los falsos argumentos que puedan apoyarla o desmentirla.
Tanta diversidad puede ser un poco apabullante o resultar repetitiva; en mi caso el efecto ha sido el contrario, empecé el libro y lo devoré de una sentada, disfrutando cada uno de los ejemplos. La finalidad del libro es:
Confío en que este libro te ayude a ser más sensible a los miles de modos de argumentar mal de manera persuasiva. Sin embargo, aplicarlo al mundo real no requiere tanto memonzar un catálogo de falacias como adoptar el hábito del escepticismo constructivo y reflexivo cuando leemos y escuchamos. Si lo hacemos, los malos argumentos se identificarán a sí mismos y llegaremos a ser mejores pensadores, aunque siempre imperfectos.
Y lo consigue plenamente, ya que no es difícil detectar en el propio pensamiento los fallos que se denuncian. Pero en todos los casos el autor se replica a sí mismo, incluyendo un breve apéndice en el que matiza el alcance de su crítica.
¿Le acusan de tener la mente cerrada? ¿Es lo natural mejor que lo artificial? Alerta, están cargando los dados:
Julie (abierta a lo espiritual) y Kate (la cínica) continúan su viaje de descubrimiento por el mundo de la Nueva Era. Este mes nuestra pareja experimentadora prueba la colorpuntura.
Imagina que eres un comediógrafo y quieres parodiar la medicina alternativa de la Nueva Era. La «colorpuntura» sería una genialidad cómica. Pero es demasiado tarde: ya existe de veras.
Según la revista Spirit and Destiny, la colorpuntura fue ideada por un científico alemán que «descubrió que existe una conexión entre la red de meridianos chinos de nuestro cuerpo y el efecto curativo de los colores fotosensibles». En fin, yo encuentro una conexión evidente: ninguna de ambas cosas existe en realidad.
Llamar excéntrica a Spirit and Destiny sería un insulto para los excéntricos. El único problema para identificar un mal argumento en ella es saber por dónde empezar. El extracto que he seleccionado contiene un buen ejemplo de «cargar los dados». Esto sucede cuando algo se presenta como si se tratara de una mera descripción, cuando de hecho contiene uno o más juicios de valor implícitos.
Obsérvese que se describe a Julie como «abierta», lo cual se considera generalmente algo bueno. Esto implica, ya que su compañera, Kate, tiene una mentalidad cerrada, que no es algo de lo que sentirse orgullosa. No obstante, la cosa empeora para Kate. No la describen como escéptica sino como «cínica». Mientras que «abierta» implica una actitud objetiva e imparcial, «cínica» sugiere un prejuicio contra lo espiritual.
¿Le acusan de compartir ideales con los nazis o gente de mal vivir? Intentan acusar por asociación:
Sin embargo, el cardenal no ofrece argumentos demasiado convincentes que nos animen a ver alguna suerte de equivalencia moral entre la eugenesia y el aborto (asuntos distintos a su vez en cualquier caso), y las atrocidades nazis. Tal vez no necesita hacerlo. Con el mero establecimiento de algún tipo de vínculo entre el nacionalsocialismo y las prácticas que aborrece, logra sugerir la culpa por asociación: juntar dos cosas que no guardan ninguna conexión necesaria con la esperanza de que la mala reputación de una mancille la otra.
El mismo truco puede aplicarse a un asombroso repertorio de creencias y prácticas. Los nazis eran muy aficionados a la ecología, los bosques, las concentraciones públicas, las clases obligatorias de gimnasia y a mantenerse en forma. Si te opones a cualquiera de estas cosas, entonces deja caer una mención de la política nazi la próxima vez que quieras que tus críticas asesten un golpe retórico adicional. Y si te incordia un vegetariano mientras tratas de degustar tu chuleta, recuérdale a tu crítico que Hitler también se abstenía de comer carne.
¿A algún amigo le funcionó la medicina alternativa? La regresión a la media puede explicarlo:
Por tanto, la afirmación de que «nuestra gente ha creado casi trece millones de nuevos empleos» parece discutible cuando menos. Es posible que fuera esto en efecto lo que ocurrió, pero también que se trate de un ejemplo de falacia regresiva: creer que las acciones que llevamos a cabo en el punto más alto de un ciclo son responsables de que se produzca una inflexión. Un ejemplo típico es cuando estamos acatarrados y empezamos a tomar medicinas. Los catarros suelen pasar espontáneamente, y no hay cura para ellos. Ahora bien, como solemos empezar a tomar medicinas cuando peor nos encontramos, y entonces empezamos a mejorar, tendemos a pensar que las medicinas tuvieron algo que ver en ello. Otro tanto sucede con todas las enfermedades, salvo las peores, y por eso mucha gente tiene una fe ciega en remedios que en realidad son ineficaces.
¿Existen los fantasmas, ovnis u otras presencias sobrenaturales? Si se han reportado tantos casos, algo tiene que haber ¿o no?
Las pruebas en favor de los fantasmas y de otros acontecimientos sobrenaturales se acumulan de la misma forma. The Complete Idiot’s Guide to Ghosts andHauntings [La guía de fantasmas y apariciones para el perfecto idiota] tiene un título muy logrado, pues no se sigue, como afirma su autor, que «¡algo debe de haber!» sólo porque haya habido «demasiadas noticias sobre espectros y fenómenos fantasmagóricos». Lo que cuenta es la calidad, no la cantidad. Un puñado, quizás incluso un solo encuentro debidamente confirmado con un fantasma demostraría su existencia. Pero ningún número de anécdotas no concluyentes equivale a un argumento. De hecho, podría suceder incluso a la inversa: el hecho de que se hayan relatado e investigado miles de supuestas visiones fantasmagóricas, sin que se haya demostrado que ninguna era real, sugiere sencillamente que los fantasmas no existen.
No sólo es cierto que ninguna cantidad de ceros equivale a uno; también hay que señalar que las probabilidades no aumentan por adición. Si tenemos diez indicios, cada uno de los cuales apunta al mismo resultado con una probabilidad de un 10%, eso no significa que alcancen conjuntamente el cien por cíen de probabilidad en el resultado. Antes bien, lo que sucede es que cada indicio llega de manera independiente a la misma conclusión: que el suceso es improbable. Intuitivamente, sin embargo, tendemos a suponer que docenas de indicios que sugieren que algo podría ser cierto, sugieren conjuntamente que probablemente lo sea.
Un libro muy recomendable para hacer higiene mental, pero, sobre todo, para evitar que nos engañen.
Calificación: Muy bueno.
Un día, un libro (178/365)
2 comentarios
¡Me lo apunto! Parece muy interesante.
Espero que te guste.