Biografía del abogado y periodista Alfons Quintà en la que además de resaltar sus puntos clave (conocedor de Josep Pla, creador de TV3, el asesinato de su mujer y su suicidio) ahonda en aspectos oscuros de su personalidad y desgrana la historia detrás de Banca Catalana.
Quería haberlo leído en catalán pero está tan solicitado en la biblioteca que finalmente lo he hecho en castellano. Me venía recomendado por muchos sitios, pero ha sido una lectura decepcionante. Intentaré explicar por qué.
El autor plantea la biografía de un modo narrativo, alejado del periodismo objetivo. Pero el problema es que no es Chaves Nogales ni siquiera, como dice en el epílogo que es su modelo, Carrere. Con lo que el texto pierde la objetividad que dan los datos pero, en mi opinión, no gana en interés literario.
Así, cada vez que el autor comenta que Alfons era un acosador con las mujeres, o que te quitaba la comida del plato, o un sin número de comportamientos aberrantes más parece manía del autor al biografiado que datos contrastados. Y en este aspecto hasta el título del libro me parecía un desprecio clasista, ¡qué se puede esperar del hijo de un chófer!.
Y seguro que no es así, porque por los pocos datos que sí se contrastan (como la carta chantaje a Josep Pla) como por otras opiniones que se pueden recabar por ahí Alfons debía ser una pieza de cuidado. Otro problema es que se mezclan diferentes cosas. La tesis del autor -que no discuto- es que Alfons fue director de TV3 a cambio de su silencio en el tema de Banca Catalana. Y se hace excesivo hincapié en los detalles del caso, lo que no es del todo una crítica, pero sí si luego se despachan años del biografiado en un par de páginas.
La historia, pese a todo, es fascinante, pero me queda la impresión de que se podía haber contado mucho mejor. Los tejemanejes del poder de los que los ciudadanos de a pie no tenemos ni idea son increíbles. Aquí me lo recomendaron muy bien: El hijo del chófer y aquí lo leen como una novela negra (que también lo es): El hijo del chófer. En general ha gustado mucho. No me hagan caso, que ya saben que soy un poco tiquismiquis.
Interesante.
Abril de 1960 es un período crítico para Alfons Quintà. Rompe con su mundo. Corta presentándose como un revolucionario. Sobre todo necesita huir. Vivir lejos de su padre, marcharse de Figueres. Cortar con los orígenes. Borrar el abandono. ¿Cómo hacerlo? Probablemente desde Barcelona redacta una carta que es la temprana radiografía de un espíritu torturado. El destinatario es Josep Pla y su padre no debe leerla. Trama una estrategia de ocultación por si cayese en manos de su padre, que a veces le lleva la correspondencia a Pla. La meterá dentro de un sobre en cuyo remitente escribe un nombre falso. No la enviará por correo convencional. La colocará en medio de un libro. Y a mano, garabateando letra menuda, justificará su estratagema. Lo que Alfons escribe no debe saberlo Acates. Quien lea la carta sabe de quién está hablando. Es un personaje literario. El acompañante de Eneas, el fiel amigo, el que siempre está cuando el héroe lo necesita. Acates es Josep Quintà. El héroe de Josep Quintà es Josep Pla. El enemigo de Alfons Quintà es Acates, su propio padre. Éste es el esquema de la tragedia y, en la arquitectura sentimental del adolescente, se mezclan rabia, rencor y desesperación. La carta es un espejo y refleja inteligencia. Una inteligencia en parte infantil y en parte maligna.
Señor:
Imagino que tan desagradable le será a usted recibir esta carta como a mí escribirla. Si así lo hago es porque no tengo más remedio.
Repetidas veces he pedido a mi padre que me firmase una autorización para poder pedir el pasaporte y otra para poder sacarme el carné de conducir. Las dos cosas, principalmente la primera, son vitales para mí si se tiene en cuenta la profesión que ejerceré el año que viene.
Si no lo pido antes de un mes deberé esperar dos años, ya que me encontraré en edad militar y por eso necesito la autorización urgentemente .
Como que a usted, burgués, mis necesidades de no burgués le deben hacer gracia, el motivo de la presente no es pedirle sus buenos oficios, sino comunicarle lo que sigue.
Si antes del 30 de este mes de abril mi padre no ha accedido incondicionalmente y no ha firmado las dos autorizaciones antes mencionadas, y teniendo en cuenta que si no lo hace sería completamente ilógico y la única explicación que tendría es que fuese una venganza personal, yo me vería en la necesidad de comunicarle al señor Juan Vicente Creix, inspector jefe de la Brigada Política Social de Barcelona con quien tengo relación, todo lo que sé sobre ustedes y otros miembros del «equipo». Eso me resultaría muy desagradable si se tiene en cuenta que a quien más comprometería sería al señor Ruiz del Valle, policía de Girona, que nada tiene que ver con sus puercas maniobras.
Aprovecho la ocasión para recordarle que es un delito grave verse en el extranjero con señores como Josep Tarradellas y Serra Moret, y de uno de estos encuentros tengo constancia fotográfica. Además le hago saber que tengo cartas del señor Tarradellas dirigidas a mi padre.
Espero de su espíritu de raciocinio que comprenderá que, por ser tan natural e insignificante lo que le pido, a lo que tengo derecho, que no será necesario llegar a extremos tan desagradables para todos. De todas formas le doy mi palabra de honor de que en caso de que mi padre se negase, haría lo que le he dicho .
Le recuerdo que la fecha límite es el día 30 del mes en curso. Este día por la mañana telefonearé a mi madre para decirle si sabe si mi padre ha accedido y ha hecho lo solicitado.
Espero que esta carta defina exactamente y para siempre nuestras futuras relaciones.
Quintà
Quiere sacarse el carné de conducir y quiere tener pasaporte para poder irse del país. Pero es menor de edad, solo tiene dieciséis años, y necesita una autorización paterna. Josep Quintà no se la da y no hay manera de que su padre reconsidere la decisión. Las consecuencias inmediatas alteran sus planes de vida: no podrá trabajar en lo que tiene previsto y le tocará cumplir con el servicio militar. ¿Cómo puede ser que su padre le deteste tanto? Solo encuentra una explicación para esa conducta: el afán de venganza. Y como tiene que responder al ataque, Quintà encuentra una manera rebuscada para amenazarle. No solo a su padre. También al hombre de la vida de su padre. También a Josep Pla.
Los puede destruir con la información de la que dispone y sabe a quién le puede interesar.
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