Luis, un ingeniero de energías alternativas, escritor aficionado de guiones de comedia, vivía en un meseta tranquila de su vida hasta que su primo Óscar le roba en unos días primero a Carmen, su mujer y después el puesto al que aspiraba en la Junta directiva de la empresa. Consigue rehacerse con la alternativa Sandra, mujer espiritual obsesionada por la alimentación sana, el yoga y todo lo natural y ecológico con la que tiene su tercer hijo al que llaman Everest del Himalaya (la anterior hija de Sandra tiene el garboso nombre de Valle del Indo). Sólo tiene dos amigos, su vecino Carles, neurólogo con el que conversa desde su jardín sobre sus problemas y que ejerce de psicólogo vecinal, y Dumbo, un payaso de hospital con el que hace sus pinitos actuando. Sus anteriores hijos ya están en la tardoadolescencia y al vivir fuera del hogar no le causan demasiados problemas.
De aquí: Vive como puedas.
La prosa de Berges es limpia, sencilla al máximo y con gran despliegue de segundas intenciones y palabras en slang. Sabe dotar de gran comicidad al protagonista, no sólo en sus acerados diálogos, sino en las inesperadas meteduras de pata que le van surgiendo por su desafortunada cabeza. El texto cabalga entre una primera persona, escrita en formato de diario personal, y una tercera persona, omnipresente, que narra los avatares de su vida. Y este salto continuo de uno a otro da vitalidad y humor a toda la obra. Una obra que, a ritmo vertiginoso, pasa de pura comedia en la que nadie es quien parece ser a un texto existencialista con conclusiones muy destacables. Y, entre esos extremos, párrafos de belleza poética, de sentimientos, amor, dolor y gran dominio del mundo infantil. Comedia y drama en su justa proporción.
De aquí: Vive como puedas
Otra reseña: Vive como puedas.
Recomendable.
He de ir terminando. Tengo que escribir el artículo para el suplemento dominical del periódico. Ahora me dedico a divulgar cuestiones relacionadas con la energía, una consecuencia casi lógica de mi esperpéntica actuación en aquella célebre rueda de prensa donde conocí a Juan Arnedillo. Tan pronto como se enteraron de mi destitución, varios medios de comunicación me propusieron escribir artículos para sus periódicos, acudir a tertulias radiofónicas o participar en foros de internet. Supongo que el amarillismo que demostré aquel día me ha procurado la fama necesaria para ejercer de periodista. Así que, de momento, puedo ir tirando gracias a lo que escribo, aunque no se trate de guiones de sitcom, sino de artículos sobre las ventajas e inconvenientes de las energías limpias en los que critico ferozmente la política energética internacional, los planes de futuro de la fundación en la que antes trabajaba y la labor de su junta rectora, en especial la del responsable de energía eóli-ca, don Óscar Sánchez Puy, cuya proverbial incompetencia es uno de mis temas favoritos. Ni Harold Lloyd habría imaginado un final más apropiado para nuestra relación.
Hace tiempo que los guiones de las sitcom acabaron carbonizados en la chimenea del salón de Caries, no sin antes ofrecer un colorido espectáculo de llamas y sombras crepitantes. Han seguido así el destino de los sueños de juventud, que no es otro que cumplirse o quemarse. Porque si no se cumplen y no se queman a tiempo son capaces de provocarnos una delirante confusión temporal y hacernos sentir nostalgia del futuro, convirtiendo el porvenir en una hipótesis de sueños realizables. Y si algo he aprendido desde que comencé a escribir este diario es que lo natural, lo legal desde la jurisprudencia de la vida, es sentir nostalgia del pasado.
2 comentarios
Hola JP, esta novela de Berges me gustó. Luego leí El club de los estrellados y Un estado del malestar que me gustaron bastante. La última que leí suya La línea del horizonte me pareció muy floja y no leí nada más de Berges. Pero creo que volveré a leerlo pues Los desertores, Una sola palabra y Nadie es perfecto llaman mi atención. El humor de Berges es muy saludable y necesario.
Sí, es un libro muy divertido 🙂