Discos crudos, 2008. 280 páginas.
Biografía de los Stooges, un grupo que está en el origen del punk, del Grunge y de toda la buena música. Entre ellos y la Velvet abrieron las puertas a una nueva manera de entender el rock and roll que todavía no ha sido superada. Sus discos se siguen vendiendo muy bien.
Nos va explicando la historia cronológicamente, salpicada por fragmentos de entrevistas de los diferentes protagonistas de la historia, creando una narración fluida que contrasta lo que podríamos llamar los hechos con las opiniones de los entrevistados.
Me ha sorprendido las numerosas caídas y auges del grupo, así como los excesos de Iggy Pop. Tantos que me parece un milagro que siga vivo. No sólo abusos de drogas, también sus performances en el escenario, con actuaciones tan bestias que ponía su vida en peligro.
Excelente texto por parte de un amante del grupo muy bien documentado y con un conocimiento profundo de lo que habla. Incluye letras de canciones y una cronología comentada que es muy jugosa de leer.
Muy recomendable.
Leee Black Childers: La atracción que Bowie sentía por Iggy se debía a que Bowie quería experimentar la realidad rock que Iggy vivía, y que él nunca podría vivir porque era un niñato estudiante de arte del South London mientras que Iggy era un saco de mierda de Detroit. Bowie sabía que nunca alcanzaría esa realidad en la que Iggy había nacido, así que decidió comprarla.
Al día siguiente Bowie y DeFries le invitan a desayunar en el Warwick Hotel. Aconsejado por el primero firma un contrato de representación con el segundo, pasando a engrosar MainMan. Iggy, todavía en cura de metadona, tiene muchos planes para cuando la desintoxicación sea completa. Como la empatia es mutua, DeFries se compromete a conseguirle un contrato discográfico por el que Iggy iría a Londres a grabar un álbum. ¿Por qué a Londres? Porque eso era lo que quería Iggy, y porque en Estados Unidos su reputación de yonqui y perdedor era pública.
Iggy no aceptará en principio una banda británica, siendo despachado de vuelta a Detroit. Allí retoma el contacto con James Williamson, contándole la buena nueva, y se las ingenia para que sus patrocinadores permitan que le acompañe a Londres.
Iggy Pop: Quería formar una banda alrededor de Williamson y cuando volví a Detroit empecé a visitarle de vez en cuando. «Penetration» la compuse una tarde en casa de su madre, a partir de un riffy unas pocas partes vocales. Ya teníamos un sonido. Inmediatamente pude intuir el resto del álbum.
James Williamson: Durante seis meses estuve en Detroit recuperándome de la hepatitis. Mientras tanto Iggy estuvo por ahí, intentando clarificar que iba a hacer de sí mismo el resto de su vida. Cuando volvió a Detroit empezó a visitarme cada vez con mayor frecuencia y me comentó su encuentro con Bowie y DeFries. Un día tuve que ir al aeropuerto para encontrarme con un tipo que había enviado DeFries para hablar de lo que íbamos a hacer. Lo siguiente que supe es que nos habían conseguido un contrato con Columbia y que nos íbamos a Inglaterra.
Iggy Pop: DeFries me dio cien dólares y me dijo que comprara algo de ropa para estar presentable, porque a la mañana siguiente teníamos una cita con Clive Davis en sus oficinas de CBS. Fuimos allí, hablamos durante unos quince minutos y firmé un contrato de seis cifras a cambio de entregarles dos álbumes. Tuve que cantar a capella «The Shadow of your smile» sobre la mesa de Davis, para convencerle de que podía cantar en otros registros. Empezó a preguntarme cosas y a todo le dije que no. «¿Cantarás cosas de Simón & Garfunkel?». «No, no lo haré». «¿Serás más melódico?». «Ni lo sueñes». «¿Harás lo que te digamos?». «No, pero puedo cantar, ¿quieres verlo?». Y entonces fue cuando salte a su mesa. Davis dijo, «de acuerdo, ya es suficiente». Cogió el teléfono y pidió a su secretaria que le pusiera con el departamento legal. Eso fue todo. ¿Ves que fácil es conquistar un pedazo del continente? Sólo tienes que hacer el mono y luego pasar el sombrero.
Sin duda pensaba Iggy que ese álbum que planeaba con Williamson iba a ser el mejor de su carrera, pues James era el más talentoso de sus compinches, superior como guitarrista a Asheton, en el aspecto de que resultaba más dinámico y moderno. La suya había sido una de las amistades más estrechas forjadas en la convulsa placenta de Stooges, compartiendo canciones y agujas.
James Williamson: Siempre he sido un tío que ha hecho las cosas a su manera. Me salía así. Me influían muchos guitarristas, tipos como Jeff Beck o Keith Richards, pero yo nunca tocaba como ellos. Tenía mi propia manera de tocar.
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