J.B. Priestley. Tres piezas sobre el tiempo.

marzo 2, 2021

JB Priestley, Tres piezas sobre el tiempo
Losada, 2005. 306 páginas.
Tit or. Three-time plays. Trad. Aurora Bernárdez.

Tres obras que juegan con diferentes aspectos del tiempo. No sólo eso, claro, también son un retrato de relaciones sociales y amorosas y en ese aspecto tienen mucho sabor de época. Las obras son:

Esquina peligrosa

Más que esquina se trata de una curva que es conveniente tomar con cuidado para no salirse. Una emisión de radio provoca que la conversación de un grupo de amigos tome un rumbo peligroso que haga estallar una serie de secretos que trastoca por completo la vida de todos. No revelo el final que tiene que ver con el tiempo.

El tiempo y los Conways

Aquí si que puedo revelar la estructura, ya que el autor hace lo mismo en el prólogo. Es una obra tres actos, pero el tercer acto está antes que el segundo, lo que provoca que el espectador conozca lo que va a pasar antes que los personajes. Realmente el autor quería expresar una especie de anticipación del futuro más que un juego constructivo. Es quizás la más redonda de las tres.

Yo estuve aquí alguna vez

Aquí podríamos hablar de líneas temporales divergentes o de universos paralelos. Un visitante advertirá a los huéspedes de una posada de las consecuencias de sus acciones.

Son obras escritas en los años 30, y por eso el ambiente es muy de época, pero el tratamiento de dislocación del tiempo es muy moderno y con efectos interesantes, e incluso podría citar una obra moderna que tiene el mismo funcionamiento.

Como curiosidad la traducción es de Aurora Bernárdez.

Muy recomendable.


Dr. GórTLER: Sí, debió de ser horrible. ¿Pero se quejaba ella?
ORMUND: No, no se quejaba mucho. Era una mujer muy valerosa. Me acuerdo que… cuando no podía soportarlo más, y gritaba en plena noche… a la mañana siguiente pedía disculpas. (Con terrible ironía.) Lamentaba habernos molestado, Górtler, lamentaba habernos molestado… (Pausa.) No, nunca se quejó… pero yo sí que me quejo, ¡por el demonio!
Dr. Górtler: Sí, comprendo… (Pausa.) Usted siente demasiado, y no conoce lo bastante.
ORMUND (ceñudamente)’. Conozco demasiado.
Dr. GóRTLF.R: No, usted es como un niño que piensa, al ver que llueve por la mañana, que jamás podrá volver a jugar en el jardín. ¿Cree usted que sólo tenemos esta existencia?
ORMUND: Naturalmente.
Dr. GóRTLER (con ironía): Naturalmente. Todos lo sabemos muy bien, ahora. Es tan evidente. Pero qué lástima… si somos animales perecederos… que no tengamos los sentimientos embotados de los animales perecederos. Disponer sólo de esta breve existencia, y gastarla bajo la tortura de un cáncer… poseer conciencia y nervios llenos de sensibilidad, nada más que para el dolor… sería una terrible crueldad. Sería preferible no haber nacido nunca.
ORMUND: Lo he pensado tantas veces.
Dr. Górtler: Porque usted no comprende el largo drama
del alma. Sufrir así, y también morir joven… no son cosas fáciles ni agradables, pero significan una parte, un papel… como todas las otras breves apariencias aquí…
ORMUND (rudamente, mientras va inquieto de un lado a otro): Discúlpeme, doctor, pero puede ser que eso represente algo para usted. En cuanto a mí, no significa nada en absoluto. Sólo un montón de hermosas palabras inútiles.
Dr. Górtler (con autoridad y dignidad): Le ruego recordar, señor Ormund, que durante toda mi vida he sido un hombre de ciencia, y también un filósofo. No soy un orador político. Mis hermosas palabras tienen un significado (Pausa.) ¿Estuvo usted en la guerra?
Entra Sally, los oye hablar, y sale rápidamente.
Ormund (caminando): Sí. Del principio al final. Mataron a mi hermano. Y antes de que esa locura terminara, encontré media docena de muchachos que valían para mí casi tanto como un hermano, pero ninguno de ellos duró mucho… Salí de la guerra para encontrarme con que el mundo entero cojeaba y tenía agujereada la cabeza… La mayoría de nosotros hemos quedado medio locos. Yo sé que lo estoy.
Dr. Górtler: Pero cuando empezó a olvidar la guerra, las cosas mejoraron, ¿no es cierto?
Ormund: No. No me olvidé nunca, y las cosas fueron de mal en peor. Andaban muy mal, en verdad, cuando encontré… a Janet, mi mujer. Entonces todo pareció distinto, por un tiempo. (Se interrumpe, y luego continúa en tono más natural.) Bueno, así ocurrió. No muy alegre, pero presumo que tampoco usted ha tenido una vida muy divertida.
Dr. Górtler (serenamente, con gran dignidad): Perdí a mi único hijo en la guerra… Era un muchachito.

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