Alianza, 2008. 200 páginas.
Trad. Adelaida Martín Sánchez y María Ángeles Martín Sánchez.
Tenía ganas de leer este clásico, más o menos contemporáneo de Homero (hay mucha discusión al respecto, aunque se suele considerar que fue posterior). Se incluyen cuatro obras traducidas a prosa, bien iluminadas por pies de página. Cómo no soy yo un erudito en poesía griega (ni en nada, para que vamos a mentir), haré una reseña atípica.
Teogonía
Árbol genealógico de los dioses, tú de quién eres, hermanos, primos y demás familia. Al final del libro han puesto un gráfico muy mono que ilustra todo mejor que el poema. Que apenas se ve salpicado por dos o tres anécdotas que aligeran tanto libro de familia. Y una de ellas -la que habla de Pandora- es de una misoginia atroz (incluyo extracto)
Trabajos y días
Aquí también se incluyen algunas anécdotas divinas, pero sobre todo es un manual sobre cuándo y cómo sembrar y algunos consejos útiles para el hombre de a pie, como que no vayas manchado de semen aunque estés dentro de casa. Qué se debían encontrar en la época para recomendar esto.
Escudo
Hay discusiones sobre si es de Hesíodo o no. Descripción del escudo de Heracles, similar al de la Ilíada de Aquiles. ¡Menudos escudos! Tenían más dibujos que el techo de la capilla sixtina. Debía ser para que los enemigos estuvieran entretenidos mientras los mataban.
Certamen
Pelea de gallos de la época entre Hesíodo y Homero. Homero le pone calentito a Hesíodo pero al final los jueces declaran vencedor a este último porque mientras que Homero canta a las guerras el autor lo hace a las labores agrícolas que son mejores para los hombres. Así que se lleva el triunfo.
En conjunto, entretenido incluso para un lector patán como yo.
Al punto, a cambio del fuego, tramó males para los hombres: el famoso Cojo modeló, por decisión del Cronida, algo semejante a una respetable doncella; la ciñó y adornó con un vestido de destacada blancura la diosa Atena de ojos verdes; la cubrió desde su cabeza con un velo, hecho a mano, admirable de ver; encantadoras coronas de fresca hierba trenzada con flores le colocó en torno a su cabeza Palas Atena; en su cabeza le colocó una diadema de oro, que hizo él mismo, el famoso Cojo, con sus manos, intentando agradar a su padre Zeus; en ésta estaban grabados, cosa admirable de ver, muchos artísticos monstruos, cuantos terribles crían la tierra y el mar; muchos de éstos puso y en todos ellos se respiraba su arte, admirables y semejantes a seres vivos dotados de voz.
Cuando hizo el bello mal, a cambio de un bien, la llevó donde estaban precisamente los demás dioses y los hombres, engalanada con el adorno de la diosa de los ojos verdes, hija de poderoso padre; la admiración se apoderó de los inmortales dioses y los mortales hombres, cuando vieron el arduo engaño, sin remedio para los hombres. De ella, en efecto, procede el linaje de las femeninas mujeres [pues funesto es el linaje y la estirpe de las mujeres]; gran desgracia para los mortales, con los hombres habitan no como compañeras de la perniciosa pobreza, sino de la abundancia.
Observa el temor saludable a los Dioses inmortales. No hagas de tu amigo un igual a tu hermano; pero, si lo haces, no seas el primero en causarle ningun entuerto. No mientas únicamente por hablar. Si un amigo comienza a ofenderte con su palabra injuriosa o con la acción, acuérdate de castigarle por ello dos veces; pero, si vuelve a tu amistad y quiere ofrecerte una satisfacción, recibela, porque es un pobre hombre que tiene que ir de un amigo a otro amigo. Tu rostro revele tu pensamiento. Que no te llamen huésped de muchos ni de pocos. No seas compañero de los malos, ni calumniador de los buenos. No permitas jamás que insulten la mísera pobreza que roe el alma y que es un don de los Dioses inmortales. Ciertamente, la lengua parsimoniosa es un tesoro excelente entre los hombres, y la gracia de las palabras está toda en su mesura. Si hablas mal se hablará de ti peor todavía. No asistas con aire huraño a los festines públicos que se celebren a costa común. En ellos es grandísimo el placer y muy pequeño el gasto. Nunca hagas por la mañana con manos impuras libaciones de vino negro a Zeus o a los demás Inmortales. No te atenderán y rechazarán tus plegarias. No orines de pie contra Helios, y desde que se ponga hasta que salga, no lo hagas tampoco desnudo en medio o fuera del camino, porque las noches son de los dioses.
Un hombre prudente se retrae para no mostrar sus vergüenzas, o bien se arrima al muro de un corral. Tampoco exhibas tus vergüenzas manchadas de semen dentro de tu casa. No siembres progenie cuando vuelvas de un funeral porque es de mal agüero, sino hazlo cuando regreses de un convite de los Dioses.
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