Colección Austral. Espasa Calpe.
Edición de Francisco Torres Monreal, 1987. 271 páginas.
Vodevil Pánico
A mi me gusta mucho el teatro. Y como soy de gustos eclécticos (según yo, según las malas lenguas lo que pasa es que no tengo gusto), puedo disfrutar tanto de un buen vodevil de los clásicos, como de una sesión de vanguardia (sí, disfruté incluso en aquella obra que salía un actor en pelotas, se acurrucaba en un rincón, y repetía ‘Tengo frío’ durante media hora). Mis amigos vanguardistas me llaman garbancero y mis amigos del teatro clásico directamente gilipollas. Por eso cuando leí este libro en la biblioteac de mi pueblo, allá en mi tierna adolescencia, le preparé un pequeño altar en mi cerebro; ¡Un vodevil vanguardista! Ahora ya podía criticarme la gente; a mi plin.
Le perdí la pista, entre otras cosas porque no recordaba el título. Pero por casualidad me lo encontré el mes pasado en el mercado de San Antonio y lo compré sin saber lo que era; como me gusta Arrabal suelo comprar todo lo que no tenga de él. Y el caso es que ¡oh maravilla! resultaron ser aquellos tres vodeviles que me sedujeron en mi adolescencia.
Al igual que el editor, me tomo la licencia de explicar el por qué de estos vodeviles con las palabras del autor:
«Lo que estimuló mi inspiración y me lanzó a la empresa fue también una pieza de Françoise Dorin, Le tournant, en la que se me acusa indirectamente. Indirectamente digo, aunque de manera transparente. Le torunant nos presenta a una bella y joven señora que se va distanciando de su marido, autor de bulevar de gran provenir, para interesarse por los escritores de vanguardia. Sueña especialemente con un autor bajo y barbudo, de apellido extranjero, al que, finalmente, invita a casa. El autorcillo acude y queda deslumbrado. Pero he aquñi que la puerta de la casa se abre, en el piso bajo. «Cielos, Mi marido», exclama la joven y bella señora. El autorcillo de vanguardia, que en su vida se las había visto tan moradas -por falta de costumbre, claro- pregunta que ha de hacer en tal aprieto, y, como en las piezas del marido, acaba escondiéndose en el armario. Esa es la jugada. Se deja ver, aunque sea de modo gracioso, superficial, que, en primer lugar, los autores de vanguardia tienen las mismas pasiones que los de bulevar, y, en segundo lugar, que si escriben vanguardia lo hacen a contracorriente, porque son incapaces de hacer otra cosa. Les tomé la palabra y me puse a leer vodeviles y a descubrir cosas interesantes para mí.»
Dicho y hecho, Arrabal se pone a la tarea y prepara tres vodeviles, de diferente temática e incluso de estilo, que nada tienen que envidiar a los vodeviles tradicionales, y que respiran, pese a todo, de un olorcillo particular que me encantan. Siempre que puedo intento convencer a unos amigos míos que hacen teatro que los representen, pero con escasa fortuna. Comento cada uno de ellos
Róbame un billoncito
Seis actores de los cuales uno se desdoblará en dos, a la vez que irá alternando diferentes disfraces. Los protagonistas son dos amigos, uno de los cuales, un científico de pro en búsqueda de la solución de los males del mundo, va solicitando a su amigo que le ‘financie’ sus experimentos mediante sucesivos robos. La situación se complica al aparecer dos monjitas filomarxistas cuyo único afán es la destrucción del capitalismo. El rector de la universidad y una ministra completan el cuadro de equívocos en el que aparecen robos, ventas de obras de arte, secuestros y un final feliz que, como en muchos vodeviles, vuelve a la situación original.
Apertura Orangután
Dentro de los tres, el vodevil más ‘clásico’. Los protagonistas son una pareja de novios; ella es campeona de ajedrez y un modelo de virtudes. El está desesperado por tanta perfección. La criada hará de mediadora. El campeón de ajedrez de los Estados Unidos le pedirá una partida previa al campeonato a nuestra protagonista y aquí comenzarán los equívocos. Dos personajes del hampa en busca de cocaína terminan de enredarlo todo, propiciando una serie de encuentros y desencuentros con un final delirante.
Punk y Punk y colegram
Aquí Arrabal ya no podía más y se suelta la melena. Del vodevil coge únicamente la estructura de los equívocos y nos plantea una obra en la línea de Pic-Nic (a la que me recuerda mucho). El argumento está basado en un hecho real; el intercambio de dos presos políticos entre la URSS y Chile. Los guardianes se alojan en dos habitaciones de hotel intercomunicadas (ambiente típico de vodevil), lo que propiciará los enredos. Dos anarquistas intentarán dar por tierra los planes de ambos bandos, aunque podrán más las ilusiones frustradas de los guardianes y del resto de personajes que van apareciendo. Y como en Picnic, la realidad acaba con el sueño de todos. Una obra de teatro política, que recibió muchas críticas (supongo que por parte de la intelectualidad de izquierdas), por poner en el mismo nivel a los torturadores chilenos con los soviéticos, pero que, a pesar de estar ambientada en una época histórica concreta, no ha envejecido lo más mínimo.
De lectura muy recomendable y a ver si alguien se anima a montarlas!!!
(Un día, un libro 6/365)
2 comentarios
Nun te maturulles, que al final no tesentiende ná… Me he reído un montón leyendo las reseñas, la verdad… lo de que al final ya se suelta la melena y todo el arrabalín me ha encantado… Y la verdad, has conseguido meterme la curiosidad en el cuerpo. Igual al final, me los leo y todo! 🙂
Ah, y desde luego, la anécdota de don Fer no tiene precio!
Es que me animo, manimo y mentrabanco… 😀
Léelos, que merecen mucho la pena!!