Es un mundo en el que España todavía es franquista, sigue la guerra fría y, lo que es más importante, la magia ha entrado en el mundo a partir del festival de Woodstock. Por desgracia junto con la magia se cuelan de vez en cuando unos bichos indestructibles. EL teniente del CESID Arturo Crespo recibe a dos enviados extranjeros, uno de EEUU y otro de la URSS para presentarles su arma secreta y gestionar su entrada en la ODA. Pero las cosas se van a complicar un poco…
Que gusto da leer una novela entretenida, bien escrita y con un mundo alternativo excelentemente construído. Cuando se dice que una novela te atrapa y no la puedes dejar hasta que acabas suele significar dos cosas. O que es insustancial y te la lees de un trago, o que disfrutas tanto que te enganchas sin poder despegarte. En mi caso ha sido lo segundo.
Mi única pega es que sólo se resuelve una trama pequeña. No me importa que no se explique el por qué de los malosviajes u otras características de ese mundo extraño. Pero creo que es un desperdicio construir un mundo tan potente junto con un trío de personajes tan atractivo (empezando por ese policía franquista y del Opus) y utilizarlo en una aventura muy trepidante pero poco profunda.
Me ha encantado.
Las gruesas cortinas color borgoña estaban cerradas e impedían al mismo tiempo la visión del parque junto a la cúpula y la entrada de la luz. La lucha contra la oscuridad dependía de un par de tímidas lámparas de pie, escondidas en las esquinas de la sala, y otra más recargada que iluminaba desde el escritorio el rostro del secretario mientras revisaba algunos documentos en su ordenador Macintosh.
Todos esos elementos puestos juntos hacían que Miri siempre se sintiera como Alicia al entrar en los dominios de tan curioso Sombrerero.
Dar a Lennon una Secretaría había sido una de las medidas más controvertidas del presidente Dukakis. No tanto por su origen —el antiguo Beatle no era ni mucho menos el primer miembro de Gabinete no nacido en Estados Unidos—, sino por lo que Lennon representaba. La reacción iba más allá de las creencias religiosas que muchos estadounidenses seguían teniendo. Un número creciente de ellos veía una correlación entre la ideología hippies y el aumento de malosviajes; en su versión de la realidad, el nombramiento era una amenaza para la seguridad nacional. Por no mencionar los caóticos escándalos de su pasado antes del atentado. Pero, en honor a la verdad, Lennon había sido una parte integrante del DOR desde su creación en el 71. Primero, como asesor externo; luego, como portavoz extraoficial en sus visitas por todo el mundo y, finalmente, con una posición formal. Después de todo, como había dicho Dukakis en su famoso discurso de investidura: «la Humanidad debe asumir que hay mundos ahí fuera, mundos que no están limitados por nuestras antiguas preconcepciones; solo con originalidad y creatividad podremos afrontar este desafío». Y nadie mejor que Lennon para entender y explicar esos mundos.
Miri se sentó sin esperar el ofrecimiento. El nivel de la relación entre ambos iba más allá de las normas protocolarias. Aun así, seguía resultándole difícil llamarle John.
—Señor secretario…
Lennon dejó de mirar la pantalla de su ordenador y se centró en la agente especial.
—Gracias por venir. Sé lo de esta mañana. Buen trabajo. ¿Estás bien?
—Sí, señor secretario.
—Bien. Ojalá pudiera darte un par de días en casa como mereces, pero la verdad es que te necesito.
—No para una captura, supongo.
—Nada de eso. Es algo más… delicado. ¿Qué sabes de España?
—Que bailan flamenco, matan toros y comen paella.
El secretario Lennon suspiró y se masajeó el puente de la nariz por debajo de las gafas redondas.
—Por favor, Miri…
—Vale. España es uno de los países más atrasados e incultos de Europa. Son franquistas, lo que es lo mismo que decir nazis. Cuando acabó la guerra, deberíamos haberles dado el mismo tratamiento que a Hitler, pero no lo hicimos por las bases. Y cuando Carter desmanteló las bases, dejaron de importarnos, como a todo el mundo. Ahora se revuelcan en su catolicismo fanático y su militarismo trasnochado, con una economía que da risa.
Lennon la miró unos segundos a los ojos antes de replicar.
—No tienes muy buena opinión de ellos.
—La que merecen. Actúan con chulería, como si todavía fueran los amos de medio mundo, pero su ejército solo les sirve para matar a otros españoles. Y su fanatismo… ¡joder, se enfrentan a los malosviajes con oraciones! ¡Con putas oraciones!
/ A pesar de lo soez de sus palabras, Miri había tirado a matar. Sabía que el secretario despreciaba la alienación que salía de las religiones organizadas. Por eso, le sorprendió la rápida respuesta.
—Tienes que ir allí.
Abrió los ojos, sorprendida.
—¿Dónde? ¿A España?
—A su capital, Madrid.
2 comentarios
¡Muchas gracias, me alegro de que haya gustado! 🙂
Sí que es cierto que quedan muchas cosas por tocar, pero el premio Minotauro tiene exigencias de longitud que no me podía saltar.
Si sirve de consuelo, no cierro la puerta a volver a usar este mundo y estos personajes en el futuro. 😉
De nuevo, gracias.
Me encantó. Y sí, me sirve de consuelo ¡Más historias!
Gracias por comentar por aquí.