Segundo poemario de la autora, que ya me gustó por la tierna cotidianeidad de su primer libro. Organizado en tres partes que son tres notas (mi-sol-si) pero también palabras, incluye algunos poemas premiados en diversos concursos y nos sigue atrapando por esas imágenes sencillas y eficaces, poemas calentados al fuego de la lumbre, ideales para protegernos de la intemperie del mundo.
Mi sección preferida es la de ‘MI’, tan emotivos como intimistas, donde el atrasar la apertura de los ojos al despertar puede llegar a evocarnos la dulzura del no hacer nada o una inundación de música fundirse con un chaparrón y arrastrarnos por el compás irregular de la vida.
Muy bueno.
Dejar…
Todavía no he abierto los ojos
cuando oigo el siseo de las olas
que me despierta.
El sol al colarse por la persiana del dormitorio
se hace arpa.
Un tractor peina la playa.
Me enjabono con espuma de mar.
El libro yace en la silla. Letras con gusto de sal
calcetines de arena.
Oigo campanadas
¡qué importa la hora!
el viento se ha llevado las agujas del reloj de la iglesia.
Vivir sin prisa
para sentirme.
Ser, ser, ser
sin prisa.
Dejar de hacer es el aprendizaje.
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