Que no sea un gran lector de poesía no quiere decir que no aprecie la obra de Dámaso Alonso. Les traigo la entrevista que le hicieron el el programa A Fondo.
Habla de su relación con Vicente Aleixandre, de su juventud e infancia, se declara discípulo -no de cátedra pero si espiritualmente- de Menéndez Pidal, recita alguna de sus poesías, habla de Juan Ramón Jiménez… Aunque no conozcamos al autor, todo lo que dice ilustra e ilumina.
5 comentarios
Gracias por rescatar esta entrevista!!! Oir hablar a Dámaso es increíble. Habla bien hasta en un tono coloquial…
Personalmente su obra «Hijos de la ira» y especialmente su poema «Insomnio» es de lo mejor que se ha escrito… qué acertado…
Gracias a ti. Es un placer escuchar a Dámaso, da igual si has leído sus poemas o no.
Grande Dámaso. «Hijos de la ira», entre los diez mejores libros en castellano del siglo XX sin problema alguno.
Incluso a mí que la poesía no me dice mucho ‘Hijos de la ira’ me sobrecoge. Sorprende que esta persona tan afable, tan simpática, escriba cosas como ésta:
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en
este nicho en que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar
los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso varias horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido, fluyendo
como la leche de la ubre caliente de una gran
vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi
alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en
esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente
en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra
podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Así empieza el libro, como un martillazo. Creo que pocos poemas reflejan la dureza de la condición humana como «Mujer con alcuza», la maldición como «El último Caín» o la inevitabilidad de la muerte como «En el día de los difuntos». Y aún se las arregla para terminar con un rayo de esperanza, en forma de preciosa mini-biografía, «Las alas.» Qué grande.
Un abrazo