Bitácoras y Libros en Barcelona IX, vamos a contar mentiras

junio 3, 2009

BLB

Parece mentira que llevemos ya nueve ediciones de Bitácoras y libros, pero así es, y la mentira fue el tema de los deberes el sábado pasado ¿Cuál es la mentira más gorda que has contado?

Los asistentes fueron:

Anna (Veleidades vitales)
Dsdmona (Dsdmona)
Nacho (El último peatón)
Mon (En clave pública)
Frida, (Porque el mundo me ha hecho así)
María José (32 líneas)
Musa Rella (Las tres musas)
Mezkal (Sumidero Mental)
Silvia (Tots a l’Agora, Contes al cove)
Vigo (La librería, Poemas en inglés, Poemas en francés)
Palimp (Cuchitril Literario)

Había pasado mucho tiempo desde la última vez, y fue un placer el reencuentro. Tanto que supo a poco; muchos temas de conversación y poco tiempo. Coincido con la queja de María José, las mesas deberían ser redondas para poder hablar con todo el mundo.

Sé que hay gente que no se anima a venir porque le da vergüenza, porque cree que todos nos conocemos, o porque piensa que esto es una tertulia de nivel. Pues bien, pedí un cameo de los asistentes para un fragmento de las historias vecinales y me servirá para ilustrar lo erróneo de esas suposiciones.

Puede dar la impresión de que cuando nos reunimos pasa esto:

Pero lo cierto es que la realidad se asemeja más a esto otro:

Aquí cabe todo el mundo y, como ven, la diversión está asegurada. Les dejo con las mentiras que se confesaron bajo estricto anonimato la noche de autos:


Hace un par de veranos, estando de vacaciones con unos amigos en la costa, decidimos gastarle una broma a uno de ellos. Esta consistió en colocarle una trucha en el anzuelo, aprovechando que iba abuscar unas cervezas. A día de hoy aún se sorprende cómo un pez de río abó en el mar y, finalmente, en nuestra barbacoa.


«Claro que me gusta Bisbal, cariño. Claro que no me importa ir ocntigo al concierto»
P.D. Ni siquiera me la follé.


Nunca te quise, aunque siempre te dije lo contrario. Te lo repetía una y otra vez para ver si, a base de decirlo, me lo terminaba creyendo… jamás te amé, aunque tú te merecieras que lo hiciera. Te mentí, vilmente, con premeditación y alevosía y todo para no quedarme sola… Nunca te quise y es ahora, pasado el tiempo, cuando te puedo decir la verdad; aunque tú siempre pensarás que te amé toda mi vida.


Ante la situación violenta en la que me encontraba, me vi en la necesidad de presentar a mi amante como a mi pareja.


La mayor de mis mentiras fue no reconocer ante mi mismo que estaba loco por ti. No quería enamorarme, de modo que me empeñé en convertirte en un ángel virginal, a pesar de que, cada día, tú desplegabas ante mí tus artes de hechicera, tratando de subyugarme. Encantado, no quise ver la red que de pronto me cercaba, ni quise comprender la intención de tus favores, así me obstiné en que tus juegos eran inocentes. No pude concebir que pensaras en mí como en una de tus presas. Cuando me obligaste a darme cuenta, ya era demasiado tarde. Perdí mi oportunidad, pero, a cambio, me quedó el triste consuelo de no saberme derrotado.


Sólo he mentido en cuestiones sentimentales… pequeñas mentiras para no hacer daño y salvarme el culo.


La mentira más grande que he contado fue cuando le dije «ya no te quiero»


Hoy en día lo que está de moda es la mentira virtual. Conocí a un pobre muchacho por Internet y le dije que era muy fácil crear a una super mujer de 1,80 de altura, con unas piernas de infarto, con unos pechos turgentes más duros que los de «Afrodita A», con una sonrisa cautivadora y una melena negra azabache que ríete de «Pocahontas». Le dije que nada de eso era verdad, que yo era una mujer de lo más corriente, una persona que pasaba desapercibida y creo que se lo creyó, qué inocente, pensar que yo soy una mujer normal. Me supo mal por él, mentirle de esa manera y mentirle con una verdad desmentida. En fin, seguro que con la descripción que os he hecho de mí, me reconoceréis enseguida. Aunque dicen que la peor mentira es la que uno se dice a sí mismo.


Yo no me hubiera acordado de Nuñez si no hubiera sido porqué un amigo me invitó a una reunión de blogeros en la cual debíamos explicar la mentira más grande que habíamos contado.

Mentir siempre ha sido mi condición, las pocas verdades que he dicho en mi vida las recuerdo perfectamente, pero las mentiras. ¿Cuál escoger? y entonces recordé a Nuñez, quizá porqué fuera una mentira con visos de estafa que se extendió a todo el colectivo laboral.

Nuñez era valenciano y si bien eso por si mismo no es remarcable, hay que señalar que en Nuñez era su marca de la casa y, ya es hora de decirlo: Nuñez no caía bien a nadie.

Hace años se pusieron de moda unas corbatas estrechas de piel en diferentes colores, y yo me compré una roja que me costó 300,- ptas., en cierta ocasión Nuñez me comentó que la corbata le gustaba y yo, que siempre necesitaba pasta, le respondí que se la vendía por 700,- ptas., es decir 400 más de lo que me había costado, debo aclarar que la desproporción de esa cifra no era premeditada sino fruto de mi primaria condición falseística incluso añadiría que, en este caso, fue involuntaria y sólo supe —reaccionar cuando Nuñez dijo que me la compraba y evidentemente no era de recibo volverme atrás.


La mentira adquirió entidad al día siguiente cuando Nuñez entró en la oficina y a voces se dirigió a mi increpándome, y es que su mujer, que si sabía el precio de la corbata, lo más bonito que le dijo fue incauto y burro, yo que ya había aprendido a curtirme en mis propias mentiras, le solté: «no dudo que tu mujer en alguna tienda haya visto una corbata similar a ésta por menor precio, pero seguro que no era de la misma calidad». La mecha prendió, empezando por Dolores la secretaria quien apuntó a mi favor sumándose el resto de la oficina a mi causa, conscientes que el precio era abusivo y la trola descomunal. Nuñez dejó de hablarnos, solicitó el traslado a otra sucursal y aún hoy no me saluda en las comidas de Navidad. Pero lo peor fue que allí donde se trasladaba ya estaban al corriente del suceso con lo que todo el asunto adquirió ribetes de drama, sobretodo porqué una vez le confesó a alguien que en cada discusión con su mujer surgía la humillante corbata, en fin.

Aunque, también podría ser que dada mi afición a la invención, todo cuanto he contado no fuera más que otra mentira que no he podido controlar.


No suelo mentir nunca. Se me da fatal el intentarlo. Por poner un ejemplo, soy de los/las que si intentaba copiar en un examen sabía que el profesor me acabaría pillando con solo mirarme fijamente la cara. Así que de muy pequeñito/a mi mamá siempre me enseñó a no decir mentiras y yo puedo decir que prácticamente toda mi vida la he hecho caso… Tal vez las únicas mentiras dignas de mención en mi caso son las que uno/a se hace consigo mismo/a, pero ni siquiera esas las tengo claras.

Es por eso que antes de seguir rebuscando infructuosamente en mi memoria una mentira que tenga un mínimo de interés para ser contada, me permito la licencia de transcribir un fragmento del libro que estoy leyendo y donde el tema de las mentiras tiene bastante peso en la trama. El libro es de Luis Landero y lleva por nombre Juegos de la edad tardía. Vamos allá.

«Comprenda mi petición. Los lunes y jueves me digo: «Hoy llamaré al señor Olías y él me dirá la verdad de lo que ocurre en el mundo «. Esa, si quiere que le sea sincero, es mi única ilusión. Gregorio se aficionó tanto a las noticias, y a su papel de informador indiscutible, que muchas noches se quedaba hasta tarde escuchando la radio, como en los tiempos lejanos de la adolescencia. Había emisoras que al filo de la madrugada transmitían desde rincones remotos y hablaban de mundos ignorados hasta entonces. Y como Gil exigía sobre todos sucesos extraños, que creía reservados a los privilegios de la gran ciudad, Gregorio no tardó en centrar la información en países exóticos del África y del Extremo Oriente, y cuanto más singulares y rebuscados eran los sucesos, más los valoraba y se admiraba Gil. Así que para complacer mejor su sed de novedades, y también por comodidad, alteró algunas noticias, y otras sencillamente se las inventó. Allá por enero se inventó una guerra, la «Guerra de las Grandes Minas «, entre dos países imaginarios, a los que llamó Tamarca y Suilán. Dio nombre a los caudillos (el general Bantuka y su antagonista, el sanguinario mariscal Fusio, que era calvo y macizo y con monóculo de oro), a los accidentes geográficos, a las batallas y a los pactos. Situó el teatro de operaciones en la selva, en torno a unas minas de diamantes, y todas las noches — pues la imaginación era sincera y cronológica- se dormía siguiendo el curso de las hostilidades. Tomó partido por Tamarca pero durante tres meses la victoria estuvo indecisa.

– ¿Cómo va la Guerra de las Grandes Minas? -no dejaba nunca de preguntar Gil. Gregorio le informaba con toda suerte de detalles, y a veces analizaba los hechos con tan buena lógica que predecía sus consecuencias. «Me temo que el mariscal Fusio ha cometido aquí un error de estrategia que le ha de costar caro. » Y le costaba caro, tarde o temprano. Gil se admiraba de la perspicacia de Gregorio, y su respeto por el crecía tanto como su gratitud. «Aquí nadie sabe nada de esos países ni de esa guerra, para que luego diga que las noticias llegan a todas partes. Aquí señor Olías, lo que hay es mucha ignorancia y mucho orgullo.»

11 comentarios

  • C.Martín junio 3, 2009en6:27 pm

    Tengo mis dudas de si estos fragmentos animan o disuaden directamente, juas, la mare que et va parir, nen, X-DD

    P.S. Menos mal que no grabaste nada de las copas de después… ;-))

  • Sergi Bellver junio 3, 2009en7:21 pm

    Coi, qué fort…

    Una pena haberme perdido esta edición. A la Xª iré, eso sí, con mi abogado, a ver qué son esos vídeos que hacéis…

    Abrazos a todos, Palimp, Musa y Cía.

  • Nacho junio 3, 2009en7:57 pm

    Yo, si no hay epanadiplosis, no vuelvo.

  • Neus junio 4, 2009en1:17 pm

    Estuve en espíritu en el video 2 🙂

  • Vigo junio 5, 2009en3:05 am

    Je,je… me lo pasé muy bien. En breve intentaré colgar yo también algo de crónica. Gracias commo siempre por organizarlo.

    Te comento:
    – La serie que te dije de Ciencia Ficción se llamaba Odissey 5. La pena es que solo se rodó una temporada. De todas maneras aún así cada capítulo está bastante cerrado y se pueden disfrutar. Si tienes algo de tiempo bajate el piloto y juzga.
    – Esta es la escena del Guggenheim de Nueva York. Esta cortada y faltan unos cuantos
    tiros je,je. Pero bueno, se puede ver bastante bien el Guggenheim.
    http://www.youtube.com/watch?v=5UdvVY8WuT8

  • Encarna junio 7, 2009en10:36 am

    Me dan ganas de cogerme un tren para el próximo encuentro… Evidentemente, con vuestro permiso e invitación por medio.
    Un saludo a todos.
    Encarna.

  • Palimp junio 7, 2009en6:05 pm

    Gracias Vigo por los datos y al resto por asistir físicamente o en espíritu.

    Tengo la intención de que la décima sea sonada… a ver que montamos.

  • sfer junio 8, 2009en4:20 pm

    No sé si alegrarme o arrepentirme de habérmela perdido… Menudos sinvergüenzas estáis hechos XD.

  • Palimp junio 9, 2009en9:36 am

    Arrepiéntete 🙂

    Todo lo que ocurre en los vídeos es una dramatización. No se asusten 😛

  • elveidedalt junio 16, 2009en12:15 am

    Collons! Ara si que veig que les B&B no són aptes per a menors ni amants del Sanchez Dragó. Si són més passades de voltes que les juergues del terrat del meu replà! A veure si m’animo algun dia (prometo no dissertar sobre «EL Castillo» de Kafka, si cal).

  • Palimp junio 17, 2009en4:40 pm

    ¿Pasadas de vuelta? Noooooooo

    Cuando te llege la historia vecinal de mi escalera verás que se trata de un ‘cameo’.

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