En un paisaje que oscila entre lo postapocalíptico, los vertederos y las cañerías de un improbable mundo viscoso, se desliza sobre monopatín nuestro protagonista, con una sudadera que es su segunda piel.
Poca trama hay en este cómic que es, sobre todo, una delicia visual donde Antonio Hitos despliega su pericia con esa línea clara, casi geométrica, que utiliza para retratar masas viscosas, montañas de basura, ovnis que lanzan rayos y un mundo extraño que es, a la vez, muy reconocible. Otra reseña: Ruido
Muy bueno.
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