Siglo XXI Editores, 1974. Vigésima Edición 1980. 340 páginas.
El difícil arte de la tiranía
La novela se enmarca dentro de la literatura de ‘dictadores’, como ‘El Papa Verde’ de Miguel Angel Asturias o ‘El Otoño del Patriarca’ de Gabriel García Márquez, más cercano a este último que al primero. Nos encontramos a un ‘Tirano Ilustrado’, afrancesado, con ínfulas de buen orador y vocabulario barroco. La novela narra la vida del tirano, desde sus comienzos (enfrentándose, de manera sangriente, a los intentos de golpe de estado de sus generales), la represión de los opositores, el desarrollo del régimen, hasta llegar a su ocaso en un retiro forzoso en París. La novela es interesante y con precisión histórica, porque Carpentier hace un ‘collage’ de hechos reales de diferentes dictadores (además de su fértil imaginación) para construir al suyo.
A Carpentier se le considera, y con razón, el precursor del ‘Realismo Mágico’ o de lo ‘Real Maravilloso’, que más tarde popularizaría García Márquez con ‘Cien Años de Soledad’. Y es curioso que García Márquez tenga también una novela de ‘Tirano Ilustrado’. Dejando aparte el mérito literario de esta obra, siempre me parece que ofrecen un retrato demasiado amable de los tiranos. Uno tiende a identificarse con los problemas del protagonista; y estamos hablando de culpables de matanzas y represiones cruentas. Al final, uno mira casi con lástima al ‘Primer Magistrado’ cuando arrastra su exilio, algo totalmente alejado del sentimiento que puede provocar, por ejemplo, un Pinochet paseando por Londres.
En esta novela Carpentier no utiliza el recurso del realismo mágico, y consigue un libro de gran calidad literaria, que se lee con gusto, aunque sea inferior, en mi opinión, a otros como ‘Los pasos perdidos’ o ‘Guerra del tiempo’ -tres cuentos que son una verdadera joya de la literatura-.
Un libro altamente recomendable si se encuentra -yo mismo lo encontré de casualidad en un puesto del mercado de San Antonio-, porque de Alejo Carpentier se reedita poco, en cualquier caso, si no han leído nada de él, háganlo.
(Un día, un libro 12/365)
6 comentarios
Yo, a este ritmo, no te sigooooo. jorrrr, que mhan quitado el internés en mi casa y así no hay manera! BRRRR!
Ven cuando puedas, que siempre eres bien recibida, y muchas veces añorada.
Jo, Palimp, qué bien me lo pasé ayer, en serio te digo que me arrepentí de haber quedado después…
Sobre la magia de Carpentier ya hemos hablado bastante últimamente, y ayer Ubaldo nos dio una buena disertación. Sobre lo que dices de que es difícil de encontrar, hace poco creo que se han reeditado todas sus novelas.
Sobre el tema del tirano, creo que si lees finalmente el Chivo no te llevarás una impresión excesivamente favorable de Trujillo (quien, por cierto, es mencionado tangencialmente en Chacal). De todos modos, de este estilo, y con «El señor Presidente» esperando aúm, me sigue fascinando la prosa inimitable de Tirano Banderas.
Yo también me lo pase muy bien, pese a que no nos conocíamos parecía que lleváramos toda la vida reuniéndonos.
Me alegro que lo hayan reeditado, porque merece la pena. Personalmente, no tengo ninguna impresión favorable de Trujillo, pero en este libro y en otro de García Márquez los dictadores son demasiado ‘amables’.
«El Papa Verde» de Miguel Ángel Asturias, nada que ver con dictadores; forma parte ded sus novelas de la trilogía bananera. De dicho autor mejor lean «El Señor Presidente» (1946); de la misma el venezolano Rómulo Guardia hizo la película «Señor Presidente» (2007).
Y de Carpentier, se recomienda también «El Siglo de las Luces»
EL ARPA Y LA SOMBRA (1978)
Por: Ariel Batres Villagrán
Guatemala, 22 de Mayo de 2010
Dirigiéndose hacia la pintura que mostraba el martirio de San Sebastián, exclama Cristóbal Colón:
“Como tú, he sido flechado… Pero las flechas que me traspasaron me fueron disparadas, en fin de cuentas, por los arcos de los indios del Nuevo Mundo a quienes quise aherrojar y vender.”
Alejo Carpentier
Al publicar en 1979 “El arpa y la sombra” (1978), a través de la Editorial Siglo XXI, el cubano Alejo Carpentier y Valmont (1904–1980), culminó una idea que le atribulaba desde 1937 cuando le correspondió realizar la adaptación para la radio, de la obra teatral “El libro de Cristóbal Colón” (Le Livre de Christophe Colomb, drame lyrique en deux parties -1933-), de Paul Claudel (1868-1955), pues a su juicio lo escrito por Claudel caía en el ámbito hagiográfico, atribuyendo al Almirante condiciones sobre humanas. Igual conclusión tuvo respecto al escritor católico León Bloy (1846-1917) y su estudio “El Revelador del Globo / Cristóbal Colón y su beatificación futura” (1884), inspirado en la obra previa de Rosselly des Lorgues, “Christophe Colomb, histoire de sa vie et de ses voyages, I” (París 1856).
En su novela “El arpa y la sombra”, Carpentier expone en la primera parte lo que constituye “el arpa”, por medio de la cual presenta a Pío IX al momento previo de firmar el auto por medio del cual autorizará dar inicio al proceso de beatificación de Cristóbal Colón; el Papa, que de joven fue conocido simplemente como el canónigo Giovanni Mastai-Ferretti (1792-1878), rememora los nueves meses que vivió en Chile en 1823, donde advirtió acerca de “la peligrosa manía de pensar” que privaba durante el siglo XIX, cuando las ideas de Rousseau y Voltaire influían en varios países de América que luchaban por sostener y defender su independencia recién adquirida.
En la segunda parte de la novela, Carpentier incluye “la mano” de Cristóbal Colón, exponiendo en primera persona lo que pudo haber pensado el Almirante en los momentos antes de su muerte (20 de mayo de 1506), cuando espera a un confesor que nunca llega. Esta parte es la más extensa de la ficción, pues el navegante -posiblemente genovés y quizá nacido entre 1436 ó 1456- efectúa un repaso de las mentiras que tuvo que urdir para convencer, después de 15 años de pasar por varias cortes europeas, a los reyes católicos españoles respecto a lo que podrían ganar si financiaban su primer viaje -a la postre serían cuatro-, incluyendo escenas de alcoba entre Colón y la propia reina Isabel. A lo largo de las páginas, Colón se revela como un simple ambicioso cuyo principal interés era la obtención de oro, reconociendo él mismo cómo en sus cartas menciona muchas veces la palabra oro y tan sólo una a Cristo, siendo la introducción de la religión cristiana en el Nuevo Mundo y la salvación de las almas indígenas, la supuesta causa principal de los viajes.
Al final, en la tercera parte del relato, se observa a un Cristóbal Colón ya fallecido, representado ahora como “El Invisible”, quien observa cómo el papa León XIII (1810-1903) hace un nuevo intento por lograr su beatificación en 1892 sin lograrlo -en ocasión del cuarto centenario del descubrimiento de América-, a pesar de las más de 800 firmas que contiene la solicitud, toda vez que el abogado del diablo que se opone a la misma, demuestra que lo escrito por Rosselly des Lorgues y León Bloy son puras invenciones. Al final del capítulo Carpentier introduce supuestas afirmaciones de connotados escritores y personajes que discuten con León Bloy rechazando unos la beatificación y burlándose del Almirante, y otros que lo defienden como el Postulador José Baldi -comerciante genovés que brinda fuertes donativos a la curia- quien los escucha a través de su figura de “El Invisible”, tales como Víctor Hugo, Julio Verne, fray Bartolomé de Las Casas, Voltaire, Alfonso Lamartine. Empero, aunque jocosos a veces los comentarios de los citados, no por ello dejan de ser solo eso, graciosos pero sin agregar valor a la ficción que Carpentier pretende contar.
Con todo y su esfuerzo, se considera que al final de la novela de Carpentier el lector queda desencantado de lo ofrecido: no se describe en qué consistió cada uno de los intentos de beatificación.