Planeta Agostini, 1985. 238 páginas.
Tit. Or. Über die spezielle und die allgemeine Relativitätstheorie. Trad. Miguel Paredes Larrucea.
Tit. Or. The meaning of relativity. Trad. Carlos E. Prélat y Albino Arenas Gómez.
Este libro lo compré hace muchos años prácticamente regalado pero nunca me veía con fuerzas para leerlo; demasiadas ecuaciones. Pero como alguien se encargó de votarlo en el esclavo lector no he tenido otro remedio que ponerme a la faena.
Einstein publicó en 1917 un libro divulgativo para explicar la relatividad especial. La primera parte de este volumen es una versión abreviada del mismo. Es realmente didáctica y se entiende muy bien, quedan muy claros los conceptos y el por qué debemos reconsiderar conceptos tales como la simultáneidad.
La segunda son cuatro conferencias que impartió en Princeton en 1921, en su primer viaje a los estados unidos. Como dicen en el prólogo son de más enjundia, y aunque se pueden seguir -más o menos- para un lector no físico como yo se hacen bastante cuesta arriba y hay partes en las que confieso no haber entendido ni jota.
Si son ustedes físicos o se manejan bien con las ecuaciones, el libro les encantará. Si como yo no tienen soltura, seguro que hay mejores libros de divulgación.
Escuchando: The Tokyo Blues. Dee Dee Bridgewater.
Extracto:[-]
LA APARENTE INCOMPATIBILIDAD DE LA LEY DE PROPAGACIÓN DE LA LUZ CON EL PRINCIPIO DE LA RELATIVIDAD
Apenas existe en la física una ley más sencilla que la de la propagación de la luz en el espacio vacío. Cualquier escolar sabe, o cree saber, que esta propagación se produce en línea recta con una velocidad c — 300.000 km/seg. En cualquier caso, sabemos con gran exactitud que esta velocidad es la misma para todos los colores; pues si no fuese así, el mínimo de emisión en el eclipse de una estrella fija por parte de su compañera oscura no se observaría simultáneamente para los distintos colores. A través de una consideración análoga, relacionada con las observaciones de las estrellas dobles, el astrónomo holandés De Sitter logró también demostrar que la velocidad de propagación de la luz no puede depender del cuerpo que emite la luz. La hipótesis de que esta velocidad de propagación depende de la dirección «en el espacio» es en sí misma improbable.
En resumen, supongamos que el escolar crea justificadamente en la sencilla ley de la constancia de la velocidad c de la luz (en el vacío). ¿Quién hubiera pensado que esta sencilla ley sumiría a los concienzudos físicos en grandísimas dificultades intelectuales? Estas dificultades surgen del siguiente modo.
Naturalmente, el proceso de la propagación de la luz hay que referirlo, como cualquier otro, a un cuerpo de referencia rígido (sistema de coordenadas). Como tal elegimos de nuevo el terraplén del ferrocarril. El aire que flotaba por encima del mismo supondremos que ha sido eliminado por bombeo. Imaginemos que a lo largo del terraplén se envía un rayo de luz cuyo vértice se propaga —de acuerdo con lo antedicho— con la velocidad c relativa al terraplén. Supongamos una vez más que por los carriles se desplaza nuestro vagón de tren con una velocidad v, en la misma dirección en que se propaga el rayo de luz, pero, naturalmente, mucho más despacio. Queremos averiguar la velocidad de propagación del rayo de luz con relación al vagón. Fácilmente se ve que las consideraciones de la sección anterior son aplicables a este caso, donde el rayo de luz desempeña el papel del hombre que corría con respecto al vagón de ferrocarril. En lugar de la velocidad W del hombre con respecto al terraplén aparece aquí la velocidad de la luz relativa al mismo terraplén; w es la velocidad de la luz con respecto al vagón, es decir, la velocidad que buscamos y para la cual se cumple:
w = c — v.
Por consiguiente, la velocidad de propagación del rayo de luz con respecto al vagón resulta ser menor que c.
Este resultado atenta, empero, contra el principio de la relatividad que expusimos en el § 5. Pues la ley de la propagación de la luz en el vacío, como cualquier otra ley general de la naturaleza, debería ser, según el principio de la relatividad, la misma, ya tomemos como cuerpo de referencia el vagón de ferrocarril o las vías del tren. Mas de acuerdo con nuestras consideraciones esto parece imposible. Si cualquier rayo de luz se propaga en relación con el terraplén a la velocidad c, parece que, precisamente por eso, la ley de propagación de la luz con respecto al vagón debería ser otra distinta, en contradicción con el principio de la relatividad.
Ante este dilema parece inevitable abandonar o el principio de la relatividad o la sencilla ley de propagación de la luz en el vacío. No cabe duda de que el lector que haya seguido atentamente las anteriores explicaciones esperará que haya que mantener el principio de la relatividad, cuya naturalidad y simplicidad lo hacen casi irrechazable para el intelecto, sustituyendo en cambio la ley de propagación de la luz en el vacío por una ley más complicada y compatible con el principio de la relatividad. Sin embargo, el desarrollo de la física teórica demostró que este camino no es transitable. Las investigaciones teóricas de H. A. Lorentz sobre los procesos electrodinámicos y ópticos de los cuerpos en movimiento —investigaciones que marcaron nuevos rumbos en la física— demostraron que las experiencias en estos terrenos conducen necesariamente a una teoría de los fenómenos electromagnéticos que tiene como consecuencia irrefutable la ley de la constancia de la velocidad de la luz en el vacío. Por esta razón, los teóricos mas eminentes se inclinaban más bien por desechar él principio de la relatividad, pese a que no se había encontrado ni un solo hecho empírico que lo contradijera.
4 comentarios
Oye, que pagina tiene el extracto
Oye, que pagina tiene el extracto
El extracto de qué???
hey grashias anderaz