Agustín Fernández Mallo. Nocilla Dream.

junio 4, 2008

Editorial Candaya, 2007. 220 páginas.

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream
¡Que merendilla!

Hay libros que arman tanto revuelo mediático, que no queda más remedio que leerlos. Aunque el mismo ruido generado impide realizar una lectura virgen del texto. En general, todo han sido elogios para Nocilla Dream, salvo esta entrada en el lamento de Portnoy, y estas reflexiones de Antonio Jiménez Morato sobre la generación Nocilla.

En la carretera entre Ely y Carson City, más o menos a mitad de camino, hay un álamo. De sus ramas cuelgan, atados por los cordones, innumerables zapatos. Alrededor de este árbol se teje una red de microhistorias levemente conectadas, donde los ancianos chinos pueden revelarse como excelentes surfistas y algunas personas son ciudadanos de micronaciones.

Ahora toca dar la opinión. El libro me ha gustado. La mezcla de elementos reales y ficticios -docuficción, lo llaman- y el estilo fragmentado -como un blog, dicen-, combina bien con el aire poético -poesía postpoética, afirman-. Además las historias son interesantes.

Pero ¿tiene razón de ser tanto revuelo? Eso es lo que no entiendo. El libro no es especialmente novedoso ni en el fondo ni en la forma. Se arriesga, sí, y se aparta de lo que va siendo típico en la prosa actual, pero no ha hecho nada que no se hubiera hecho antes.

Los grandes titulares que ha provocado el libro nos sirven como diagnóstico. Si esto es lo más rompedor que tiene la prosa de este país, es que el resto está por los suelos. Todos los libros tendrían que tener como punto de partida algo de riesgo, de experimentación. Este libro tendría que ser un mínimo, y no un máximo.

¡Mamá, más! Más innovación, más valentía, más esfuerzo. La moraleja del libro es que hay muchos que deberían hacer sus deberes.

Escuchando: Feeling Beside Myself. Buddy Raye


Extracto:[-]

Hubo una ocasión en la que Sherry se quedó como única chica disponible en el Honey Route. Así, la afluencia de clientes habituales se vio mermada y reducida a los de paso que, una vez dentro y con la cerveza en la mano, ya no se echaban atrás. Como cada lunes, llegó un transportista llamado Clark, el habitual de los licores. Hacía tiempo que le decía, En un momento haces la maleta, total no tienes nada, y te vienes en el camión conmigo. Los repartidores hacen la ronda antes del amanecer, así que antes de un amanecer de marzo Sherry metió en el camión su maleta, y Clark ya abrió una cerveza. Él le fue contando que tenía un amigo argentino en las afueras de Las Vegas, en un apartahotel y que podría conseguirle trabajo a ella en la ciudad de pornostar, pues este amigo trabajaba en un club, y que a él ya vería de qué. Fue en ese momento la primera vez que él tuvo intención de besarla; pero no. Sherry había estado en vela casi toda la noche y se fue a la parte de atrás del camión a tumbarse, hojeó un libro que encontró entre unas latas de cerveza, y leyó para sí antes de tirarlo de nuevo, de cuantos libros he entregado a la imprenta ninguno, creo, es tan personal como esta colectiva y desordenada colección de textos. J. L. Borges. Buenos Aires, 31 de octubre, 1960. El sol ya estaba alto y Clark abrió otra cerveza, que le pasó a Sherry, y después otra y así hasta la octava con la que, buscando descanso, se pararon debajo de un álamo cargado de zapatos. Sherry había oído hablar mucho del árbol, y del supuesto origen extraterrestre de unas marcas que había en el lado en que al amanecer hay sombra, pero jamás había llegado a verlo. Quizá tanto zapato sea una ofrenda a esos extraterrestres, dijo Sherry dando un salto de la cabina al suelo, De aquí a California no hay más que sectas, en el Honey Route una vez pararon unos que follaban sin follar, era muy raro, sólo me miraban, pero ellos aseguraban que lo estaban haciendo, y me tuvieron así horas, no lo entendí pero pagaron. Se han tumbado debajo del árbol, él la abraza enganchándola por el voluminoso pecho que el silencio y la cerveza hacen aún más voluminoso, pero tampoco la besa aún. Después, con visible emoción, le habla de un libro de Jorge Luis Borges que su amigo argentino le regaló. Lo tengo en la parte de atrás del camión, dice, luego te lo enseño, se titula El Hacedor.

7 comentarios

  • ericz junio 4, 2008en12:45 pm

    El fragmento no es muy alentador.

  • Palimp junio 4, 2008en6:22 pm

    El libro está bien, o al menos eso creo. Puede que sobrevalorado, pero merece ser leído.

  • Portnoy junio 5, 2008en1:43 am

    Tal vez eso no queda bastante claro en mi comentario, pero si que es un libro agradable de leer. Lo que me parece un despropósito es el revuelo mediático que ha suscitado. Seamos realistas, cualquier capítulo del Ulises de Joyce tiene más experimentación que Nocilla, y hace ya, casi 100 años… entonces ¿de qué nos sorprendemos? De lo que nos mandan que nos sorprendamos.
    En fin, gracias por la mención, Palimp

  • Sandra junio 5, 2008en11:50 am

    La Agencia del Conocimiento y Santos Ochoa ponen en marcha la primera editorial digital riojana; ‘letrasriojanas.es’
    No se si esta información puede ser de interes, por si acaso apunto la pagina que recoge la noticia.

    http://www.larioja.com/20080604/local/region/rioja-agencia-conocimiento-santos-200806041439.html

    Besos desde Logroño

  • Palimp junio 6, 2008en6:51 pm

    Lo sé, Portnoy. Ya digo que el libro me gustó, está bien escrito, y el autor tiene una voz propia. Lo que no entiendo es el escándalo que ha provocado.

    Sandra, gracias por la información. Cualquier tema que toque a La Rioja tiene espacio en este Cuchitril. En agosto estaremos por allí, nena incluida 🙂

  • manu agosto 23, 2012en8:03 pm

    La razón del escándalo es clara: los intereses comerciales de la propia editorial. ¿O son tan inocentes como para creer que las críticas de los suplementos literarios son desinteresadas? Los suplementos literarios de los periódicos,por ejemplo, solo publican reseñas de los libros de las editoriales que pagan publicidad en dichos medios. ¿Cómo puede ser entonces que todo el mundo hable de «novela» cuando es más que notorio que el texto no es una novela? Es la respuesta es simple: porque la editoria lo vende bajo ese rótulo, y, desde luego, los críticos, obedientes de los poderes de las editoriales grandes responden en consecuencia. Una suma de relatitos no es un novela más alla de que tengan un hilo conductor, o varios. Ahora bien, otra pregunta: ¿esta vocación rupturista de fernandez mallo hasta que punto no da cuanta de una limitación, un incapacidad, una falta de talento para crear un novela verdadera?

  • manu agosto 23, 2012en8:22 pm

    Me he equivocado en mi comentario anterior en todo lo referente a la editorial, que es una editorial pequeña. Pido disculpas

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